Larisa

Los sábados me divierten sobremanera. Primero porque inicio mis trabajos de la semana que no terminan hasta el otro sábado. Y voy y vuelvo a la derrota del tedio. Para ver si hay algo distinto del otro lado de los sueños. Porque los sueños son un mundo. Y del otro lado algo, quizá, distinto. Saboreo mi nieve de limón. Y me explayo con palabras con fricción de arena como lija.  Y a veces sin querer son terciopelo. Los sábados despierto temprano en contra de costumbre. Y aterrizo en lo que quiero, que no es mucho. Yo miro desde lejos la exacta flor que me nombra. Y la exacta flor que se aleja en velocidad y vértigo de montaña rusa. Pero aquí está ahora para descifrar preguntas filosóficas. Y todo termina en el condominio de corazón que conocemos. Paso lista este sábado de los deberes. Conjuro por lo pronto el tedio, como dije. Mientras tú navegas por el espacio recordando el pasado que ya no existe. Pajarita de papel. Pájaro en el alambre que se asoma. Globo con neón el sueño aquel que aún perdura. Escribo tiempo. Y el instante se desplaza hacia el domingo, donde aún te encuentras. Doctor Zhivago, gracias por traerme a cuento el nombre de Larisa.

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