Tengo por cierto lo que he dicho

Tengo por cierto lo que he dicho. Está fija la verdad en mí, como soldada soldadera fiel. De todo lo que he escrito sin quitar una sola coma, un punto, una palabra, no me arrepiento, pues mira, pues hombre. Lo he escrito con el hígado y la rodilla, a veces con las alas y los ojos. Porque es necesario escribir con pasión, lo dijiste un día, mirarse con pasión en el espejo. Y escribir para dejar constancia de nuestro paso. No de uno como hombre con nombre concreto y domicilio específico, sino como experiencia humana. Dicho ya y en futuro decir lo que va con uno. A ciencia cierta para escribir detalles de lo íntimo, no. No es el caso. Si escribo aire, puede significar fuego, sensualidad clandestina u ojos de gato para siempre secos en la voluta del tiempo. Me niegas. Borras. Acabas. Para ser negada, borrada, acabada.  Mira, ahora, hoy, por ejemplo, el pasado ya no es. Apenas quedan imágenes oscuras o al carbón de nada, nombre nada. Ahora tengo quien escribe mi nombre pronunciando dicha. Sueño con serpientes. Ah. Un helado de zapote viene bien con este calor del trópico. Censura es una palabra grave. Si fuera esdrújula fuera cénsura. Cierto es todo lo dicho, lo escrito, lo pensado, lo soñado.

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