Mujeres

Hablando de mujeres. Las heroínas de la patria y la sociedad. Otras historias vienen sin finales, con el valor de los puntos suspensivos. Amores digeridos por el tiempo. Y el polvo al polvo. No conocí abuelas. Un olvido de la diferencia en geografías y destinos, pero tuve la fortuna de que hubieran mujeres de edad madura quienes me orientaron para andar por la vida más seguro. Una en una casa antigua, sabia, platicadora, generosa y risueña, que me indujo a la ruta de visionar el futuro. Otra que bien atendía partos, cuyo nombre no me acuerdo, pero que iba de casa en casa y de nacimiento en nacimiento. Y vi florecer a mis hermanas, en sus tundas por la lucha de la vida. Y se imponen sus sonrisas como filosofía de vida, serenas siempre. Mis hijas abren sus brazos para mi abrazo donde nos encontramos. Y piden por mí una larga vida. Y la madre hace lo mismo, digo yo, que soy confiado. Y las sobrinas en varias geografías, o tías con el tiempo encima, e indiferentes al núcleo. Y viene el tiempo siempre a aplacar discordias. Y qué decir de las que me ofrecieron pares de palomas para el vuelo de la especie, recordadas en tiempos venideros con la nostalgia de la dicha. Me dieron el aliento en el punto exacto necesario. Y descubrieron mi talón de Aquiles. Y elucubraron teorías sobre destinos escritos en lo alto. Me hablaron de las posibilidades de la felicidad compartida y permanente. Mas resistí porque siempre supe que la felicidad son solo los momentos esparcidos. Y dieron muestras de gratitud perenne. Sufrieron la espina de la rosa. Y quedaron sorprendidas de sus cicatrices. Y las amigas, pacientes, que me escucharon en mis tribulaciones y me mostraron la rosa de los vientos. Amigas de azúcar y miel, a quienes escuché con emoción para aprender de ellas, esas maneras de mirar el mundo. Mujeres de viento y sal. Mujeres de leche y miel. Inteligentes, creativas con imaginación. Estoicas en el modo de resistir y visionarias en el modo de ver. Iluminadoras de oscuridades. . Musas desafiantes del equilibrio y la gravedad. Justas y pendencieras, a defensa de la fortaleza sitiada. Bohemias de corazón dúctil. Rocas corazón con sabias enseñanzas. No anoto nombres por la censura prevista.

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