La vida

Cuando respiro siento la vida misma, en toda su magnitud. Así de sencillo. Y me pongo a recordar, de tanto, la ocasión aquella de la primera vez en todo. Un ciruelo lleno de su fruta. Una higuera al fondo de la casa. El abrazo de mi madre. La mirada nostálgica de Don Juan. Y yo escuchaba canciones en vinilo long play de Los Yaki, Cenizas. Y salía al callejón a caminar. E iba a visitar un a migo o dos, cuando mucho tres. Unas veces a percutir con bacinicas y cubetas, mas la guitarra y voz. Otras a filosofar sobre la nada y la amistad. O simplemente reír y  comer tortillas de maíz con sal. La vida me sorprendió triste o callado, tratando de entender mas comprender las calles de tierra, las casas de cartón. Y los amigos nos pusimos a leer (hola Queta y Caro, hola Bogar y Joel). Vislumbrar en la palabra escrita otros mundos en el presente y ayer. Historias de ocasión, opiniones que trascienden. Y tuvimos otros elementos para reflexionar. Sin perder de vista que la vida está aquí entre nosotros mientras tanto. He visto colores y rostros. Prisas y sonrisas. He mirado caer y levantarse. Traiciones, contrabandos. Inframundo del ego y la indiferencia, y el cielo de las miradas, guiños y besos. El texto verso o historias narradas de romances y separaciones. Y nunca olvido la amistad y el amor. Nunca desfallecer. Un buen día no estaremos ya más. Y esto no es el final. El polvo se vuelve lodo de nuevo. Y viene el soplo, origen de todo esto. Caen las hojas y renacen otras.

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