Paz y baile

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Llegó a mí el libro Paz y baile, antología de diversidad textual, producto del trabajo paciente del taller de lectura y escritura, del mismo nombre. Me es grato recibirlo y me ha sido grato leerlo, con plumas casi todas ellas nuevas, y con el soporte de otras de mayor experiencia, y que continúan escribiendo de la mejor literatura que se hace en Tabasco.

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Los talleres de lectura y literarios son una opción de desarrollo intelectual y creativo. Otra opción es la soledad de escribir y corregir los propios textos, además de leer en la soledad de nuestros espacios. Y qué bien. En cambio el taller es el espacio grupal, de camaradería, que tan pronto asiste una vez el nuevo integrante, ya siente que a todos los demás los conoce de hace tiempo, y puede convivir como si fueran amigos desde la niñez, o casi.

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Por eso me es grato reseñar el libro al que aludo, porque es un trabajo de alegría, solidario, de mucho buen ambiente, de camaradería, de la seriedad alegre, de la colaboración py disponibilidad personal que se suma al grupo, que de sábado a sábado por la tarde se reúne para disfrutar la vida teniendo como estandarte las palabras en textos. En lecturas y en escritura creativa.

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Los puristas tratarán de buscar errores y defectos en la publicación. Yo lo veo como un esfuerzo grato de dejar testimonio de la labor semanal, a donde se lleva un texto para leer, y con la participación de todos los asistentes, se conjuntan sugerencias de mejora, que el autor puede aceptarlas o no, o una parte y otras no. Como es natural, el que sigue llegando al taller es porque siente que va mejorando en la calidad de sus textos. Y porque tiene nuevos amigos y amigas con quien comparte el gusto por leer y escribir.

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Quienes publican son Arturo Javier Negrete, Axhel Ramiro, Carlos René, Cintli Ariadna, Fernando Abreu, Héctor Alcudia, Isaías Álvarez, Miguel Hidalgo, Pascual Junto, Silvia Peralta, Smile Rose y William Lara. Todos ellos con muy buenos textos, con algunos desniveles, como es propio de las antologías, y más de los talleres, pero todos ellos valiosos, porque ahora inician, o continúan, pero el oficio de escribir es de toda la vida.

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Algo que se recomienda siempre en los talleres es leer mucho. Sin darse cuenta, quien lee mucho, sin que se dé cuenta, va modificando para bien sus textos, lo cual es notorio, porque aumenta su capacidad lingüística, su capital de recursos en palabras, y con la vena litaria, va creando una obra de mejor calidad. Sin duda alguna.

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Me permito felicitar a Pedro Luis Hernández, y mi reconocimiento personal, por tener la alegría y apciencia para motivar, como buen maestro y promotor cultural, además con la experiencia que tiene como lector y escritor, y ha logrado conformar un grupo de jóvenes y no tanto, que van escribiendo su propia historia.

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Decía nuestro buen amigo pano, Ciprián Cabrera Jasso, palabras más, menos, que haya talleres culturales de todo tipo. Pero refieréndonos a los talleres literarios, “no es que todos los asistentes tengn que dedicarse a la profesión de escritor, sino que serán siempre mejores ciudadanos que dominan mejor la actividad de pensar, con mayor facilidad de palabras, y con mejores argumentos para participar y opinar en la vida pública”. 

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Y sin duda destacable asimismo los textos testimonios de Heidi Adriana Alejandro Lamoyi, Fabiola Blancas Madrid María de Lourdes Del Valle, Malú, y el texto presentación del mismo coordinador del taller, el amigo Pedro Luis Hernández. Así mismo se destaca el diseño de Ricardo Cámara Córdova, la portada de Jorge Luis Torres Peña. Las ilustraciones de María de Lourdes y José Ruiz Velázquez. Y la corrección de Pedro Luis y de todos los integrantes del taller. Y con logotipos de Editorial Ajaw, Casa Tisho´e y La Diversidad Textual. Paz y fiesta. Paz y baile.

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Posdata. Platicaba con un amigo maestro jubilado que me preguntaba sobre qué se puede hacer como propuestas en educación a nivel municipal. Mi respuesta: talleres de lectura y literarios. Dentro y fuera de las escuelas. Recordemos que como seres humanos radicamos en el pensamiento que tenemos. Y este se interioriza (como nuestra brújula) y exterioriza (como bandera y señal de identidad) en las palabras que poseemos y nos poseen. Así de sencillo y simple.

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