Tito Monterroso 100

1

Mi corazón de lector late fuerte cuando leo obra de Augusto Monterroso, quien este diciembre 21 ya cercano cumple 100 años de su nacimiento. Y en el próximo febrero, 22 años de que ya no contamos físicamente de él. Mas su obra de textos generalmente breves nos sigue y seguirá acompañando para hacernos disfrutar de su creatividad sin límites y de su inteligente sarcasmo.

2

"De estatura y poesía": "Sin empinarme, mido fácilmente un metro sesenta. Desde pequeño fui pequeño. Mi mi padre ni mi madre fueron altos. Cuando a los quince años me di cuenta de que iba para bajito me puse a hacer cuantos ejercicios me recomendaron, lo que no me convirtieron ni en más alto, ni en más fuerte, pero me abrieron el apetito..." 

3

En Mérida, acudí a un Encuentro de Escritores allá por principios de los años 90 del siglo pasado. Y la  conferencia magistral fue de nuestro apreciado Tito, como le decían y le siguen diciendo. Me convocaba a ese encuentro la blanca Mérida, con sus casas y edificios pintados principalmente de amarillos y celestes, y algunos con grises y blanco. Pero más nos atraía ver al escritor ya admirado.

4

Aparte de saber que allí estaría junto con su esposa, la bella Barbara Jacobs, de quien también había leído yo Hojas muertas, una de sus novelas más conocidas, sabía que nos cruzaríamos en los pasillos del hotel y acaso hubiera oportunidad de que nos autografiara un libro que precisamente yo llevaba para eso. Eran esos años en los que me importaban mucho las firmas, las consideraba como un trofeo.

5

Y efectivamente coincidimos varias veces en el elevador del hotel. "Me aterran los elevadores", decía en voz baja, como una confesión, pero a la vez reía tomado de la mano de su adorada Bárbara. Y allí estábamos encerrados en un metro y medio cuadrado con el escritor de mi admiración. La primera vez el saludo. "Don Tito". Su "hola", de respuesta. Sonriente él y receptivo. "¿Qué le pregunto?", me decía yo como si a fuerza tuviera que preguntarle algo. 

6

Él proyectaba una timidez enfermiza. O quizá estuviera agobiado por los tantos que buscan platicar con él. Pero siempre sonriente, listo para cruzar miradas. Y sonreír, bonachón. No le dije nada. “Usted primero”, “no, usted primero”. Salimos del elevador. Y ese día, por la mañana le tocaba subir al presidium a dar la "conferencia magistral", que no lo es,  "me aterra eso", dijo de inicio. "Les voy a platicar algunas anécdotas de mi vida. Soy hondureño nacionalizado guatemalteco". Y siguió hilando varias ideas. Lo tímido era abajo del estrado. Ya en su charla nos hacía reír con cada anécdota que contaba.

7

"En mi semblanza siempre leen que me he dedicado a muchas cosas, y entre ellas mencionan que de joven fui también carnicero. Y es una leyenda que no desmiento, solo aclaro. Se imaginan verme a la distancia del tiempo con mi mandil todo ensangrentado y con un cuchillo filoso en la mano, sacándole filo o abriendo res o cerdo en canal. Y no. Ciertamente trabajaba en una carnicería, pero en la oficina contable, yo era ayudante del contador".

8

Uno de sus libros lo compré en la Pulga de Brownsville. Tiene el sello de la biblioteca de esa ciudad. Por alguna razón salió de allí. Seguramente de alguien que no lo regresó. O murió en ese lapso de sacarlo prestado y fallecer. El caso es que “Movimiento perpetuo” lo compré allí por un cuarto de dólar (5 pesos mx). 

9

Luego en la ciudad de México por finales de los años 80 hice fila en una Librería Siglo XXI de la Ciudad de México, donde presentaron una edición de su libro “La letra e y fragmentos de un diario". Era una fila como de cuadra y media. Así que cuando me tocó, lo vi ya, a mi parecer, fastidiado, aunque sonriente. Y solo pregunta tu nombre, lo escribe y su firma. Como con un amable “basta ya de la tortura”. Pero no, Don Augusto lo disfrutaba. "Gracias", le dije. "Gracias a ti, Antonio", respondió cortés.

10

Como homenaje seguiremos leyendo su obra: “Obras completas y otros cuentos”, “La oveja negra y demás fábulas”, “Literatura y vida”, “Literatura y vida”. “Movimiento perpetuo”, “Viaje al centro de la fábula”, "Lo demás es silencio", entre otras.

11

"Con regularidad suelo ser víctima de chanzas sobre mi exigua estatua, cosa que casi me divierte y conforta, porque me da la sensación de que sin ningún esfuerzo estoy contribuyendo, por deficiencia, a la pasajera felicidad de mis desolados amigos... Entre lo mejorcito está  llamarme representante de los Países Bajos, y en fin cosas por el estilo". 


Comentarios

Entradas populares de este blog

lecturas 20. Poemas de Carlos Pellicer Cámara

Rigo Tovar y Chico Ché

Max in memoriam