Los amados libros

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Entre todos mis libros, quizá 400, hay algunos que resaltan, sea por su peso, ligereza, papel, por sus pastas duras, por dibujos, porque están autografiados, por su bello diseño, por el autor sin más. Y esos los tengo en un cofre aparte con el temor que me los roben ladrones desesperados que abundan. Hay quienes ven unos dentro de un carro y dan cristalizo. Soy testigo de ello.

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Muchos libros me han robado, no me han devuelto cuando los dí prestados, otros he vendido, regalado con mensajes especiales o sin mensajes, o con mensajes de compromiso. Hay libros que he obsequiado como regalar mi corazón, mi alma, mis ojos. Y no sé si aún existan o fueron tirados, o donados a algún librero de viejo, para que vuelvan a la circulación.

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Hay libros que tengo aún en celofán. Igual otros que compré y no he abierto. Los que tengo pendientes de regalar por motivos discímbolos. Y hay lejos de mí los que quise comprar y no pude. Los que pude y no quise. Los que puedo comprar y quiero, pero ya no, ya tengo suficientes. Y hay  en mi biblioteca los que tengo pendiente de leer y los que quiero releer.

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Y hay libros que tienen sus anécdotas, estén conmigo o ya no. Una vez llevé a la escuela, y lo tenía entre los libros de mi grupo, El Libro negro, de Giovanni Papini. Y una ocasión, unos padres muy religiosos llegaron antes de una asamblea, y para hacer tiempo y no aburrirse empezaron a ver los libros de la pequeña biblioteca del grupo. Ya al final, luego de dos horas de la junta, se quedaron para preguntarme que por qué no tenía una biblia y un libro de brujería sí. ¿De brujería?, fue mi pregunta con temor. Y sacaron el Libro negro.

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Pero también sacaron el Dos crímenes, de Jorge Ibargüengoitia. Y me tuve que esforzar por explicarles sobre la literatura y la filosofía, y los temas que tratan. Además yo tenía muy presente la película Canoa, de Felipe Cazals, en la que muchachos universitarios fueron linchados y muertos por el fanatismo religioso en el pueblo Canoa, del estado de Puebla. Así que desde entonces he tratado de no tener libros con títulos que puedan llamar la atención a padres de familia fanáticos, que los hay, pocos, pero sí..

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Un libro que guardo con mucho amor es el libro "Cantos", de Ezra Pound. En él viene publicada gran parte de la obra poética del gran Ezra, que en su tiempo fue recluido en un sanatorio mental el San Elizabeth, por sus opiniones contra el gobierno de Estados Unidos, principalmente a través de la radio italiana. A Pound varios poetas le hacen reverencia y son referencia de la influencia que ejerció en ellos.

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El libro "Hambre", de Knut Hamsum, escritor noruego. Este lo encontré en una librería de viejo, y me llamó la atención por su título. Leí la primera hoja, y no me detuve hasta que lo terminó un fin de semana de invierno en mi Matamoros querido.Trata con jocosidad de la vida del autor cuando anduvo de vagabundo. 

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El "Cartas desde la RueTailsbot", del escritor californiano de origen armenio. En él escribe a Dios, a viejos maestros de su escuela, vecinos y otras personas que le ayudaron, que creyeron en él, y les agradece. Solo que lo hace con un estilo muy amoroso, sencillo y ameno. Lo leí en voz alta una tarde fría alrededor del bracero en mi casa de Matamoros . Y lo compré igual en una librería de viejo.

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Amo los dos tomos de poesía, de Octavio Paz, de sus obras completas. Poética grandiosa. Como un gran océano, donde se mete uno allí y sale animado, impactado y con ganas de seguir leyendo. Cumbre del verbo, premio Nobel de literatura en 1990.

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El de Jaime Sabines,  "Recuento de poemas", poeta chiapaneco. Que desde la palabra común, esas que todos utilizamos a diario, escribe una de las obras poéticas más importante de la literatura hispanoamericana. Un ejemplo de ellas son los poemas Los amorosos y Tía Chofi. Confortado sale uno luego de entrar al universo poético de Sabines.

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