Yo quisiera ser civilizado (en el Día de la evolución)

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Me dicen que hoy que hoy 24 de noviembre es Día de la evolución. Qué raro que también haya este día por celebrar. Digo yo. Porque en todo caso no se diferenciaría uno si no existiera el otro: el de los animales.

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"Yo quisiera ser civilizados como los animales", dejó escrito en una canción Don Roberto Carlos, allá por los años 70. Y la cantaba yo con mi guitarra de Paracho, Y mi madre la oía y no le gustaba. "¿Cómo está eso de que quieres ser como un animal?", me reclamaba entre seria y riendo. Y a veces le agregaba unas palabras jocosa: "cuando no te quieres bañar, eso es lo que eres ya". Y reíamos. "Mejor cántame La Paz de tu sonrisa", me pedía, también de Roberto Carlos.

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Los dichos: "es una víbora", "es un cerdo", "alto como una jirafa", "parece culebra", "se arrastra ante los poderosos como un gusano"; "andan como perros y gatos, a puro pleito. Y así podríamos resaltar expresiones humanas que refieren a otro humano pero que por su forma de ser asume características no civilizadas.

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De niños en las escuelas nos dijeron que éramos animales racionales a diferencia de todos los demás irracionales. Y nos la creímos. Asimismo nos dijeron que el ser humano era el rey de la naturaleza o cuando menos su guardián, el ser más inteligente. Y lo hemos creído hasta cierta edad. Y cuando vemos actos despiadados del ser humano, actos de corrupción medida y desmedida, guerras fratricidas, engaños, estafas, deterioro de la naturaleza, contaminación de ríos y lagunas, muertes de millones de peces, nos ponemos a pensar si realmente los irracionales son los animales.

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Difícil de explicar de manera equilibrada en preescolar y en primaria, en general en toda la educación básica sobre el origen del hombre, sobretodo sin el sesgo religioso o la contundencia científica. ¿Provenimos de la creación o de la evolución? En mi caso en telesecundaria yo exponía las dos, con respeto a las personas y familias religiosas. Y cada quien asumiría ya de mayor cada una como la más certera. 

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Me sorprenden los misterios de todo lo creado, del universo todo y más allá. Me sorprende la precisión del movimiento de los astros en el espacio infinito. Me sorprende la reproducción de la vida, la semilla, la multiplicación de las células. Me cautiva la circulación de la sangre, la formación de imágenes en el cerebro, la formación de ideas. Y así podría seguir sobre el pólen, la producción de miel, las termitas que comen la madera y el mundo organizado de las hormigas, abejas, primates, aves; el comer y digestión de los rumiantes.

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Me sorprende el trabajo de los artistas en todas sus ramas y especialidades, la siembra de plantas, el poema, el café humeante. Los viajes interplanetarios, el llanto, al pesadumbre, la incertidumbre, la sonrisa permanente. Me horroriza la guerra, la marginación, la explotación del hombre por el hombre, los niños que no estudian, y al contrario trabajan en fábricas insalubres. Me horroriza la esclavitud, la servidumbre y lo servil. Me cautiva la paz, el amor, la armonía, el amor, la amistad

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Me impresiona el beso, el abrazo, el sexo con y sin amor, las serenatas, las cartas de amor, la enseñanza con pasión, la madurez de la fruta, los frutos de injerto, los dulces de frutas, un instrumento musical. En general me gusta todo lo que hace bien a los seres humanos. Y por extensión a los animales. Por cierto la evolución es de todos los seres vivos.

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Me gusta el método, la disciplina, el esfuerzo por ser mejor, el cumplimiento de metas, los anhelos, los sueños de futuro, la solidaridad. Y a mis 60 y algo sigo cantando la canción compuesta por Roberto Carlos, que aprendí a los 13 años. 

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"Yo quisiera poder aplacar una fiera terrible/ Yo quisiera poder transformar tanta cosa imposible/ Yo quisiera decir tantas cosas que pudieran hacerme sentir bien conmigo/ yo quisiera poder abrazar mi mayor enemigo/.  Yo quisiera no ver tantas nubes oscuras arriba/ navegar sin hallar tantas manchas de aceite en los mares/ Y ballenas desapareciendo por falta de escrúpulos comerciales/ Yo quisiera ser civilizado como los animales…”