Eclipse

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Anoche hacía el frío tabasqueño de la madrugada. Y con riesgo de enfermarme, me levanté. Y salí. El "manto oscuro" de la noche cubría el panorama. Me vieron los vigilantes que pasan en motocicleta. Los saludé. Y me preguntaron sobre qué andaba haciendo. Me conocen. Y les dije, que me levanté para ver el eclipse. "Uy, ya pasó" Y efectivamente ya eran las 4 am. Y se vió bien, todo completo de 3 a 4, me dicen.   

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De niños nos metieron miedo a mis hermanos y a mí, de que no viéramos los eclipses porque nos enfermaríamos. Y en el caso de las mujeres embarazadas, peor. Así nos lo recalcaron en familia. Del eclipse de sol, ni se diga: "se quedarán ciegos". Así que cuando niños andábamos con la mirada baja o no salíamos de casa. Solo que en la escuela los maestros nos dijeron que no era cierto todo eso. Nos hablaron de los mitos y leyendas. Y que libremente podríamos ver los eclipses de luna.. Y que  para ver los de sol, solo en reflejo de agua o a través de un vidrio oscuro. 

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Augusto Tito Monterroso tiene un cuento con ese nombre: El eclipse. Y en él cuenta sobre un español que van a sacrificar los indígenas mayas. Ya está listo todo. Alrededor los mirones. Entonces a él se le ocurre decir que si lo matan de castigo divino hará que se oscurezca el cielo. El verdugo lo consulta con sus superiores. Y estos con el "brujo" mayor. Este les proporciona las fechas del calendario en el que se presentarán eclipses en los próximos cien años, incluyendo el que ocurrirá en ese momento. Y entonces, como se imaginan, sacrificaron al español.

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Sorprende sí, la exactitud del movimiento de los astros celestes. Porque aunque todo eso lo aprendimos desde la escuela primaria y secundaria, sobre el movimiento de ellos, nunca logramos imaginarnos sobre el origen y la razón de su creación, sobrea magnitud de sus tamaños y de las distancias medidas en años luz, conociendo que la velocidad de la luz anda en algo así como en 360 mil kilómetros por segundo.

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Uno de los primeros recuerdos que tengo de Tabasco, de cuando llegué en 1979, es precisamente la oscuridad cerrada y total en la ranchería donde trabajé el primer año. A las 8 de la noche se apagaban las luces de las casas. Y nosotros nos quedábamos a platicar en el patio, en el “secadero”, donde de mañana sacaban a secar el caco. Y nosotros sentdos en el suelo, o en sillas, mirábamos el espectáculo nocturno majestuoso de estrellas titilantes. Y algunas estrellas fugaces. Podíamos, por cierto, escribir los versos más tristes o nostálgicos esas noches (perdón Neruda), pero solo lo intentamos.

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No es que Mtamoros donde nací no tuviera esos mismos espectáculos. Solo que en la ciudad distraen las luces de casa y las del alumbrado público. Pero además hay prisas en todo, y tenemos la compañía de familiares con los que uno sigue platicando luego de cenar. Y ya con sueño se acuesta uno con cierta prisa. Y poco vemos hacia lo alto del cielo. 

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Y sin duda una de las conclusiones que habría que sacar, es que somos tan pequeños en comparación al planeta tierra. Y minúsculos en comparación a la vía láctea. Y más allá somos un poco más que nada. Y es cuando entran señoriales los temas de filosofía, ciencia que busca dar respuestas a qué somos y para qué somos. 

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Arturo Feliciano Méndez es un joven amigo que tiene años dedicado a estas actividades de la astronomía. De vez en cuando organiza actividades públicas para observar lo que sucede por la noche en el cielo. Desde mirar la luna, hasta los fenómenos que se presentan periódicamente. Lo mismo aquí en la ciudad de Villahermosa, como en otros municipios. Así, en Casa Toshie, pequeño y cómodo hotel ubicado en Tapijulapa, Tacotalpa ( a 80 kilómetros de Villahermosa), se están organizando actividades culturales de todo tipo, y entre ellas talleres de astronomía con el amigo Chano, siempre entusiasta y alegre en dichas actividades.

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Y entonces el internet lo vi en repetición por internet. Ni modo

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