Gracias a los libros que me han dado mucho

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Parece exagerada la expresión que "somos los libros que hemos leído", a lo que yo le agrego que "también somos, por ausencia, los que no hemos leído". Somos (llenos o vacíos) de palabras, sueños, anhelos, aspiraciones, utopías, historias, certezas, dudas, etc. 

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Yo no sabría que hubiera sido de mi vida sin los libros, sin mi ser lector. Vaya, no me da ni un poco la imaginación para verme en esta edad que tengo, sin haberme asomado a un libro aparte de los de texto escolares, sin haber leído de literatura, de política, de historia, de cocina y sobre primeros auxilios. En síntesis: sin haber disfrutado de la lectura.

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Y voy más allá: ¿qué sería de mí y de muchos sin el programa nacional de los Libros de texto gratuitos?, ¿sin esos bellos libros que recibimos en todos los ciclos de educación primaria? Aventuro a decir que como quiera hubiera aprendido a leer y a escribir. Y es probable que ya sabiendo deletrear las palabras, el destino inexorable me hubiera conducido (llevado de las orejas) a la dicha de leer un poema, de conocer una historia, de maravillarme ante un mito, una leyenda.

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Hubiera aprendido a leer y escribir a semejanza de mi padre, que no llegó a la escuela, y él en los caminos de la vida aprendió a leer y a escribir, con una lentitud pasmosa, sí, pero compraba su periódico vespertino y bajo un alto pino leía a letra lenta, sin saber hacerlo en silencio, y yo me le quedaba viendo. Luego nos contaba lo que había leído, de algún asesinato, de un atropellado, de una historia de amor tipo de las que publicaba Selecciones  del Reader Digest.

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Pero con los libros se obran milagros en el pensamiento y en el lenguaje. Con el hábito de la lectura la persona crece, mira mejor literalmente lo que sucede a su alrededor. Habla cuando corresponde y calla igualmente. 

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Y en mi caso me quitó un tartamudeo y bloque en la comunicación que lo tuve de los 15 a los 19 años. Los libros se convirtieron en mi refugio, en mi puerto, en brazos para mi soledad, en fortuna en el infortunio de no poder comunicarme bien.  a los libros le debo lo que soy, no menos, no más.

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Dejó dicho Don Jorge Luis Borges que “otros se jacten de los libros que han escrito, yo de los libros que he leído”. Son palabras sentidas  de un hombre que literal y literariamente vivía en una biblioteca (de su casa en la niñez) y en las bibliotecas públicas como lector y trabajador. Pero también es un humilde reconocimiento a que él fue quien fue: uno de los más grandes escritores, gracias a las lecturas que hizo, y vaya que las hizo. 

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Yo agradezco a los libros que, aparte del título para ejercer la docencia, me dieron muchos temas de plática, con todos en cualquier lugar, me facilitaron a la hora de escoger regalo, me dieron motivos para acercarme a alguien. Y me han dado mucha “suerte” en “todo”.

 

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El ser humano se la puede pasar sin tener el hábito de la lectura. Es muy cierto. Y es muy probado. Y hay pruebas palpables de ello por todas partes. Mas es mi hipótesis que disfruta más el viaje de la vida quien tiene el hábito de leer por hábito y el que no. Hasta en su modo de caminar y de reir. Esos tipos, los lectores, tienen ideas y las saben exponer.

 

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Y parafraseando a la canción: Gracias a los libros que me han dado tanto: mi patria, que son las palabras, país, barrio, vecindario, escuela, maestros, amores, ideales, utopías, esperanzas, anhelos, casa, hogar,  motivos, sueños, amigos, amigas, viajes, café, visiones, premoniciones, ilusiones, y muchas cosas más. 

 

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Yo soy solamente un hombre agradecido con la existencia de los libros, que es un reconocimiento a todo lo que existió antes de mí, y existirá luego de que yo no esté.

 


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