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Ha muerto un hombre

Murió un hombre, una voz, un  poema, una flor, un tiempo, un viento

Murió un martillo,  una brasa, una luz, un clavo
Murió una luciérnaga y un león. Murió una secuencia de imágenes y miradas.
Una ola permanente. Un aliento. Una sonora sonrisa. Una pared.
Una gran cantidad de agua. Una señal. Un rumbo.

Murió un libro para renacer en los niños
Murió un bosque y renace de su savia una hoja, una pequeña hoja
Murió una nube amplia, grande poderosa y se deja caer en agua.
Murió un fuego y se deja sentir en ese sol calcinante

Vive el mismo hombre, la misma voz, el mismo sueño
Vive la poderosa memoria. Su poderosa luz.
Vive ese rostro bello. Esa voz permanente.
Hay desolación por ese corazón que se detuvo
Hay desolación porque le amamos
Porque nos cobijamos en su sombra generosa
Hay desolación porque su palabra sonora no llegará más a nuestro oído.

Cada vez que levantemos el rostro ese hombre vive
Cada vez que digamos verdad en la palabra y la levantemos
Cada vez que nos indignemos ante la injusticia ese hombre vive
Cada vez que nuestra palabra y sonrisa alienten, ese hombre vive,
Cada vez que cerremos el puño
Cada vez que sembremos un árbol
Cada vez que leamos poesía. Cada vez que la escribamos.
Cada vez que honremos la vida con nuestros actos. Cada vez que la honremos.
Cada vez que despertemos. Cada vez que despertemos. Cada vez.

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