Isabel y Alfredo

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Ayer volví al restaurante Mi Pueblito de Matamoros para desayunar con una pareja de amigos, Isabel y Alfredo y con su nieto Gonzalo, un niño de 7 años que es genio de matemáticas en su centro escolar.

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Así había quedado yo con Isabel de comer antes del 24 porque después saldría fuera del estado. Y ayer cumplimos luego de algunos años de no vernos y escucharnos.

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Isabel es Jefa de Sector primaria y fuimos compañeros de grupo, y rápidamente nos hicimos amigos al ser parte del mismo equipo de trabajo junto con Juany Kunhagel Lety Salazar, Joel Zúñiga  el Compa y yo. Hicimos una grande amistad. Indestructible con el tiempo a pesar de la distancia.

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Isabel trabajó y estudió. Un turno a veces el tercero qué es de noche y a veces el primero que es de 7 am a 3 pm. Sacrificio qué trajo sus frutos. Maestra, directora, supervisora y jefa de sector. Como pocos. Pero además brillante, trabajadora y de gran corazón. 

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Alfredo su novio y esposo de siempre dice que gracias a mí se casaron. Y me cuenta que una vez él me vió de casualidad en Ciudad Victoria y él buscaba a Isabel, no la encontraba y yo lo llevé ante ella. Y que ese encuentro fue definitivo. Yo creo que ellos ya estaba, en el destino de ambos, el hacer familia y Dios hizo que todo coincidiera para ese noble fin. Una historia de película.

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Ambos, trabajadores y visionarios, lograron construir su mejor obra: familia con hijos e hijas exitosos, profesionistas y responsables en su trabajo. La plática era interminarle. Pasamos revista a tantos temas de buenas y malas cosas que nos han pasado, como parte de nuestras historias de vida. Sacrificios de estudiantes. Y más de otro tipo ya en edad de grandes. Pero sobre todo el trabajo educativo. Tanto la responsabilidad y el entusiasmo en lo profesional.

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Ahora desayuné huevos norteños, que van con la clásica machaca. Muy sabroso todo en este lugar. Recomendable. Compartimos, como se dice, el pan y la sal. Y el tiempo se va tan rápido. Qué alegría escucharlos, verlos. Y a Gonzalito, uno de sus maravillosos nietos.

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Entró una llamada. Era una de sus hijas. Me la pasaron para saludarme. Me impresionó lo que me dijo: "hasta me parece que lo conozco, maestro, de tanto que mi padre y madre me han hablado de usted".

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Nos despedimos varias veces. Y como dicen que el que mucho se despide es muestra que no quiere irse, finalmente salimos de Mi Pueblito, no antes de tomarnos algunas fotos. Y luego me llevaron a la casa donde me quedo. Muy agradecido con la amistad de Isabel y Alfredo. Tengan siempre salud y alegría siempre, lo mismo que toda su bella familia.

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