Anuncia Serrat retiro de los escenarios

Serrat dirá adiós a los escenarios en 2022

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Si me dieran a escoger un solo cantante y compositor, sin duda alguna eligiría a Joan Manuel Serrat, de quien he afirmado que ha sido uno de mis maestros. Leo y escucho sus canciones desde los 17 años, cuando yo estaba en la escuela Normal. Apenas me asomaba al mundo, con sueños rosa, que la letra de sus canciones ha pintado maravillosamente de colores.

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Ayer en el diario español El País, leí una entrevista que le hacen, y el dato central, de titular, es que en diciembre del 2022 se retira de los escenarios. Ya en edad de 78 años. Pero no se retira de la música. Seguirá componiendo y grabando canciones.

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Las canciones de Serrat son para el corazón y el cerebro. Cada verso logra que uno reflexione sobre  el aquí y ahora. Que le encontremos juego a las palabras. Y nos sirven de flecha de Cupido para lanzarlas a los corazones aparentemente fríos de algunas mujeres que son inteligentes o que se creen más.

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Mis amigos de la Normal, Ambrosio Gutierrez Perez  y Ena Gomez Castillo (+) me regalaron un disco de Serrat en 1978. Donde viene la carpeta en dos partes que al abrirlo tiene una fotografía de Serrat sentado y con los pies estirados. Y Óscar Eligio me regaló un casset en 1983, el de En Tránsito, si no me equivoco, cuya portada tiene a Serrat en una sala de espera de aeropuerto. 

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Pero cada disco nuevo fui de los primeros en  comprarlo. Y me pasaba escuchándolo y repite y repite las canciones, maravillado en ese don de escribir canciones lindas, no comerciales, y luego escuchar los poemas de Miguel Hernández, Antonio Machado y años después de Mario Benedetti con el Sur también existe.

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El caso es que se retirará de los escenarios en  diciembre  del 2022. Recorrerá América, empezando por New York, algunos escenarios de México y Argentina, seguramente, además de otros, para cerrar en Madrid,  como un cierre del periplo musical y poético.

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Yo lo vi en 2014 en Villahermosa, en el teatro Esperanza Iris. Era febrero. Le escuché tod9 el programa deleitándonos con sus canciones  y recordando muchos momentos de mi vida. Llevaba yo mi cámara con lente 80-300 de la Nikon (no lo digo por presumir, sino por la anécdota). Uno de sus guardias me prohibió que tomará fotos porque era cámara profesional, arguyó. Por poco nos agarramos a golpes a la salida. Lo bueno que el me vió, y se dio  cuenta que me podía lastimar y no me hizo caso.

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Entró al escenario, y se tropezó con algún cable y se cayó. Rápido, como un jovenzuelo ágil de 30 años, se levantó riendo. Y contó que era la segunda vez que se caía. Esta fue en el escenario. La otra cayó del escenario. Que estaba cantando, cuando de pronto desapareció, el público no lo veía, pero siguió cantando.

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Y lo mismo, si me hicieran esa pregunta común y fácil  de cuáles serían los tres libros que me llevaría a una isla desierta sin Internet ni cable visión, uno de ellos sería Cancionero Serrat, libro que tiene su propia historia, porque ha andado de un lugar a otro deleitando tardes y noches. 

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Más de un disco regalé. Más de una canción he cantado de él. Y más de una amistad la hizo más cercana. Gracias por todo, Serrat.