Carta a Celso

 

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Estimado amigo y hermano Celso

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Aquí pergeñando unos párrafos con mi afecto y aprecio para ti. Los escribo con nostalgia por el tiempo ido, claro que sí, por esas imágenes imborrables del cartero que en su bicicleta pasaba por nuestra casa y silba para avisar que lleva un mensaje para nosotros o alguien de la familia. Pero no estoy de acuerdo que todo tiempo pasado fue mejor, porque la vida solo es posible en el presente, Al que hay que ceñirse alegres, entusiastas. Además que no nos queda de otra.

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La vida va. Y me permito decir que me fue muy grato czonocernos en la escuela Normal, nuestra alma mater. Yo andaba en muchas actividades, lo mismo que tú. Pero esencialmente lo tuyo fue la oratoria, ese "Don" de la palabra y el pensamiento ágil que muy pocos tienen. Mientras yo tartamudeaba, literalmente, tú subías al estrado y nos dabas cátedra de hablar en público, con sobriedad, elegancia y con  un matiz que nadie más tenía. Tu voz aterciopelada, me hacía compararla, en esa edad que teníamos, a algunas voces que escuchaba en la radio. Siempre mi admiración y reconocimiento. Tu eras siempre de los que estaban en los primeros lugares, junto con nuestro amigo Joel y Óscar Eligio. 

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Y siempre que hablo o escribo sobre mis maestros queridos, refiero igual a mis maestros de todos los niveles quienes me impulsaron como a todos los alumnos, pero le agrego a los amigos destacados, como tú, que nos enseñaron sobre  muchas cosas: solidaridad, tesón, perseverancia, oratoria, declamación, seguridad al hablar, tranquilidad al dar opinión. Y sin duda alguna tú entre ellos. También como mis maestros agregó Serrat, Silvio y Ante.

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Que importante fue para nuestra formación entrar a la escuela Normal, y qué importante es la escuela pública para muchos de nosotros, la mayoría, que no hubiéramos estudiado, sino existiera esa obligatoriedad del Estado de la creación de escuelas, pagar su viabilidad con maestros y los libros de texto gratuito. Nosotros somos producto de al escuela pública, y hemos de seguir defendiéndola de la manera que podamos.

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Y fueron pasando los años. Y fue a través del internet que nos volvimos a encontrar. Y de esa manera acordamos vernos una tarde en el Café París, que por cierto ya cerró. Y allí platicamos bastantito, y me regalaste el anuario que publicó nuestra Normal en la celebración de los 50 años. Lo guardo con mucho cariño. Es uno de mis documentos favoritos, y mucho mejor que es obsequio tuyo.

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Yo iba cada vacaciones a Matamoros. Quizá los primeros años, muchos de los primeros años, me encerraba con mi familia. Por algunas razones sicológicas que trato de explicarme. Pero luego el internet abrió la oportunidad de comunicarme de manera rápida con otras personas, y entonces al ir de nuevo a mi Matamoos querido, acordaba una cita de café con varios de los amigos y amigas. Así contigo, con Juan Olvera. Con Caro. Y otros y otras.

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Claro tú fuiste muy inquieto, siempre participando en muchas actividades. Lo mismo en oratoria, declamación y en la rondalla. Fíjate que el programa de la Normal era muy completo. Yo espero que lo siga siendo. Lo mismo echábamos maromas de gimnasia en educación física, con El Cid, que improvisábamos teatro con Don Onésimo Gallardo; trabajos manuales con la maestra Espericueta, cantábamos Cucarachita Martina, con el maestro Puente, y danzábamos en una materia. O los espacios de la semana cultural en la que andabamos en coro y en deportes.

 

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Pues todo eso hizo que el trabajo que realizamos en las escuelas, ya en el ejercicio de nuestra profesión, fuera no solamente destacado, sino que fuera motivante para nuestros niños y niñas, y que le agarraran sabor a los días escolares. Y eso solamente lo puede lograr quien aprendió un poco de todo y un mucho de algo en específico.

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Ya te imagino en tu ejercicio laboral preparando a los niños y niñas en oratoria. Ya te imagino modelarlos en declamación. Ya te imagino siendo el maestro de ceremonias en las ceremonias de graduación, en los eventos de zona y otros, con tu voz de oro.

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Deja decirte que me gusta ver tus fotografías con tus familiares, los Reyes, los Gutiérrez, en tu pueblo de origen o de ti ascendencia genealógica. Eso habla de tu conciencia entre tu decir y hacer. Y te agradezco de corazón me hayas acompañado en el fallecimiento de mi padre. 

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Bueno mi Celso. Yo me seguiría. Pero en algún punto hay que cerrar la plática, y lo hago con la emoción de escribir esta carta para ti, el amigo y hermano Celso.

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Y como decía mi padre al escribir a sus hermanas y hermanos: “mejor verte que escribirte. Recibe un abrazo fuerte y salud y saludos a la familia.

De Antonio. Villahermosa, Tabasco; diciembre de 2021

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