De Cartas (A Cristóbal Maldonado)


  

De Cartas (a Cristobal Maldonado Villarreal 


1

Estimado hermano Cristóbal:


Aquí reportándome contigo mediante esta manera antigua de comunicación: las cartas. Realmente extraño esa imagen del cartero en su bicicleta y deteniéndose en nuestra casa y entregándonos cartas de amor o de amistad a nosotros o cartas familiares para nuestros padres. No volverá ese tiempo, porque estamos viviendo otros tiempos vertiginosos. Escribimos y mandamos ahora y al instante la recibe el destinatario. Comunicación instantánea. No quiero pensar que sea como el café ese de polvo que nos venden, que no es malo, porque cumple la parte de la rapidez, como su nombre lo dice: instantáneo. Pero me gusta más el otro.


2

El caso es que te escribo esta carta con el fin de recordar un poco o mucho de nuestra amistad, y que a esta no le importa la distancia ni el tiempo. Hemos dejado de vernos por muchos años, y cuando nos hemos encontrado platicamos como siempre, solo dando continuidad a la anterior. En estos cuarenta y dos años de egresados que ya cumplimos, ¡ay, mi Cristóbal, cómo se va el tiempo!, nos hemos visto pocas veces, y en todas he sentido la enorme fuerza de la amistad. Fíjate que siempre he dicho que dos fuerzas mueven al mundo: la amistad y el amor. Bueno, tres con el odio, pero las primeras dos son las muy humanas.


3


Recuerdo mucho cuando yo pasaba por tu casa para irnos a la escuela Normal. Y ya te he dicho que tu admirable madre, Doña Petra, casi siempre me invitaba a pasar y me invitaba algo, recuerdo mucho – ya te lo he dicho mil veces- las empanadas de dulce de calabaza, han sido mi delicia y mi delirio. "¿Quieres otra, Toño?", me preguntaba y yo aún con pena siempre decía que sí. Y luego ya nos íbamos satisfechos y contentos a la escuela en el vehículo que te prestaba tu padre, una camioneta o el Dodge Coronet color dorado.


4

Coincidimos, aparte del grupo y la ruta de nuestras casas, que en esencia fue la parte inicial de nuestro acercamiento, en los ensayos de la rondalla, y por tanto, seguíamos reforzando esa relación de amistad. Y conocí a tus hermanos y hermana, asimismo. Todos ellos de gran calidad humana, con valores, con disciplina, buenos hijos, y todo ello como siembra educativa de Don Cristóbal y Doña Petra, y que ustedes como herencia han inculcados a sus hijos e hijas.  Y me maravillaba saber de su profundo amor al deporte, y en específico al beisbol, donde ustedes han sido pilar del beisbol de Matamoros en las diversas ligas y equipos en los que participaron y siguen aprticipando. Siempre mi admiración. Siempre ejemplo a seguir.


 5

Ya ves a mí me tocó venir a trabajar al Sureste del país. Y los primeros cuatro años desesperado por regresar, la verdad. Conociendo mucho, divertido, cierto, pero nuestro barrio es siempre motivo de querencia. Y cierto tuve algunas oportunidades de acercarme: una prefectura que me ofreció el maestro Filemón, dirigente de la sección30 del Snte. Y alguna permuta que no se concretó. Mas a los cinco años de estar trabajando acá me decidí a estudiar Ciencias de la Educación en la Universidad pública local, y me fui ambientando. Como esas plantitas que se trasplantan, y los primeros meses parecen no hallarse en su nuevo espacio de tierra. Y poco a poco reverdecen tirando las viejas hojas y enraizando definitivamente. Así yo. Así me sucedió a mí. Y en lo profesional y amistades no me fue mal, no me ha ido mal, al contrario.


6

Siempre creo en los destinos. Que nos van ubicando en algunas partes o en otras. Y así vamos pasando nuestros años. Lo digo con algo de nostalgia, ciertamente. Pero en paz y contento con lo logrado en satisfacciones personales. Y me da gusto mirar tus fotografías cuando andas de paseo con tu esposa y cuando estás con tus familia y con tus hermanos y hermana. Y las de tus reconocimientos en el ámbito profesional, deportivo y sindical. Siempre te reconocen tu entrega, tu profesionalismo, tu solidaridad, ti gran corazón.


7

Tanto tú Cristóbal, como yo, venimos de la cultura del esfuerzo. Y vaya que hicimos esfuerzo gustosos al salir de nuestra casa con frío de cero grados en ocasiones o cercano a esa temperatura y junto con ello la lluvia a la que llamamos el chipi chipi (pringas, en Tabasco) y nosotros sin arredrarnos y continuar con nuestra ruta trasada, que significaba la búsqueda de un destino mejor, solo que, y lo destaco, basado en el trabajo honesto, y fue el caso del trabajo educativo, gracias a nuestra profesión.


8

Y gran parte de nuestro proceder, en tranquilidad y paz, residía en el alimento espiritual para nuestras almas que nos proporcionó el dedicarnos a la rondalla. Por esa actividad -además de otras- obtuvimos un nombre, una identificación al interior de la escuela y fuera de ella, tan así que la foto que nos tomamos, y en grande, quedó por muchos años en la dirección de la escuela. De tal manera que algunos alumnos y alumnas muchos años después, le decían a alguna de mis hermanas que yo estaba en dicha foto, y la miraban cuando entraban a esa oficina.


9

Yo saludo y celebro nuestra amistad, Cristóbal. Y debemos seguirnos cuidando en la salud, para tener la oportunidad de encontrarnos otras veces en nuestro pueblo. Salúdame a tu familia, a tu esposa, y a tus hermanos y hermana cuando tengas oportunidad. Que tienen siempre mi cariño, mi reconocimiento y mi aprecio. Salud para todos ustedes.


10

Ah, y antes de despedirme,  te cuento que cada vez que escucho música de rondalla entrecierro los ojos y me traslado a esos ensayos de 1975 a 1979. Y a las serenatas y presentaciones. Y en otras ocasiones toco mi guitarra. Y en los quince años de mis hijas he cantado con el mariachi la de "Paloma querida", una de nuestras canciones de esa época.


11

Con un abrazo fuerte, me despido como lo hacía mi padre en las cartas que dictaba para mandarlas a sus hermanas y hermanos de Guanajuato: “más quiero verte que escribirte”.


De Antonio, en Villahermosa, Tabasco; diciembre de 2021

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