Más de 600 años de experiencia (alrededor del fuego espiritialespiritual de Óscar Eligio)

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Las vueltas qué da la vida. Ayer juntamos nuestras historias diez soñadores ex normalistas y prepararorianos de finales de los 70s. Cada uno con un trayecto. Ninguno más, ninguno menos. Cada uno armado con sonrisas y abrazos. 

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Nos convocó Óscar Eligio. Es raro escribirlo así. El murió a principios de agosto. Sin embargo su alma inquieta, guerrera de los ideales, nos llamó para estar reunidos sin él, pero con su memoria articuladora. Amena la palabra, la chispa particular que saltaba de sus miradas vinculadas a la palabra, memoria para hablar y silencios para escuchar. Atentos, divertidos.

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"En mi casa", dijo Ciro. Propuesta aceptada por unanimidad. Y allí estaba en la puerta recibiéndonos exactamente a las 12: 59. "Son puntuales", dijo. "No", le respondimos. "Nos hiciste ser impuntuales al abrir muy rápido". La cita era a la 1:00. Generoso, caballero, de alma grande, Ciro. Nos atendió de maravilla. Una obra de arte su espacio, su patio, que con mucha paciencia ha construido.

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Y engarzamos las historias personales. Que a fin de cuentas es lo que somos. Y a ellas les agregamos las comunes, tanto las que vivimos juntos, o parte de nosotros. Y las que vivieron ellos luego de que salimos de la Normal. Tanto como profesionales, así también como estudiantes en la Universidad de Nuevo León. Y en todas ellas había vasos comunicantes con la figura emblemática de nuestro impulsor, líder, guía, Óscar.

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Y sin duda que siendo la casa de Óscar punto de reunión de todos los inquietos, también las anécdotas de Isaias, su padre, hombre dicharachero, mesero del Casino Matamorense, siempre elegante con su pantalón negro y camisa blanca y la chispa del ingenio.

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"Espérame Ferocito. Deja ir al cuarto a escuchar Chiquitita de Abba, cuando termine, regreso para que me sigas regañando". Así dicen que le dijo Óscar a su padre. Por alguna razón de juventud, le hacia alguna observación que parecía regaño. Se le veía serio a Isaías. Y de pronto lo salvaron las notas de Chiquitita, dime por qué.

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Cada quien con sus ideas. Cada uno con sus perspectiva y experiencia. Aún con cierto margen de vacile, los temas políticos siempre salen en la mesa. Militantes o simpatizantes de Morena, a la izquierdo. Otros al centro y a la derecha de la mesa. Un hilo de amistad por sobre todas las cosas.  Y perspectivas y vaticinios de las elecciones qué se efectuarán en 2022, que incluye a Tamaulipas, tierra cueruda.

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Ciro es cheff especialista en cabrito. Desde la llegada nos asignó como sus ayudantes (pinches", se les dice). Alguien, el ajo. "2o3 dientes de ajo", dijo Ciro. "Tengan cuidado. Son dos o tres. No doscientos tres", dijo otro. Y las risas. Otro con los tomates. Yo con la cebolla. "Para llorar de decepción, y todos no se den cuenta, y crean que es por la cebolla".

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Al ratito ya las cazuelas despedían el olor característico del cabrito con sus guisos. Una parte del cabrito a la leña, otra al fuego de gas. Muy sabroso todo mi Ciro. Y además agradezco tu gran calidad humana, tú anfitrionía, característica de las almas grandes.

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"Lleven un tequilita para untar en las rodillas", dijo uno. "No mucha limonada porque ya tomamos muy poco", dijo otro. "Yo traje la guitarra por si se requiere", dije. 

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Poco se utilizó la guitarra. Media canción de Cuando un amigo se va, (dedicada a Óscar Eligio) queda un tizón ncendido, que no se puede apagar con toda al agua de un río. Y queda un espacio vacío, que no no lo puede ocupar la llegada de otro amigo".  Hizo su aparición el Alzheimer.  Y sólo la mitad. Como el "hacha", anécdota de un amigo orador qué se le olvidó en su discurso aprendido lo que seguía luego de "un hacha", y lo repitió cinco veces lo del hacha. Hasta que le aplaudieron. Y fin. A cambió cantamos "La fiesta" del maestro Serrat. Y "El rey". 

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En el pase de lista dijimos presente Rogelio, Puga José Luis, Bogar, Juan Nava, Kiko Elizondo, Martín, Artemio, más el anfitrión y el que esto escribe. Poco a poco el manto de la noche  y el fresco fue marcando las primeras despedidas. Nos tomamos... unas cuantas fotos. Y nos despedimos para tomarnos un café estos días de diciembre. Y por cierto, el tequila untado en las rodillas previene los dolores. Me fue muy efectivo. Yo dije que era tomado. Y todos me dijeron que era untado. Me convencieron porque era cierto.




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