Ayer desayuné con Roberto y Arcelia

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"Toño. Te invito a almorzar mañana". El del mensaje es Roberto Martinez Amaro. Para eso día del mañana ya pensaba yo cruzar la frontera. Y en todo caso no podría. Se lo dije. Me dio otras fechas probables. Le dije que le avisaba. Luego transferí mi cruce otro día más. Así que estaba disponible para desayunar.

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Así que ayer a las 8: 40 pasó por mí. Y nos fuimos a desayunar al restaurant del Hotel Jardín, en la calle sexta por el Centro de salud viejo. En el trayecto nos saludamos y adelantamos algunos temas. Sobretodo sentíamos el gusto de volver a encontrarnos y platicar sobre recuerdos, trayectos y planes de futuro.

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Hablamos de los apodos que tuvimos. Y que no nos mosquea que alguien nos nombre así. Lo mismo con los títulos. "Siempre que nos traten con respeto", dije, me pueden llamar Garzón, Toño, Borrado y por algunos de mis apellidos, siendo más utilizado para eso el Calvillo. Solís me dice mi maestro de música de la secundaria. Y pocos amigos, igual.

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Roberto ha jugado futbol de siempre. Y basquetbol también. Me comenta que dos años anduvo de maestro por el bello estado de Guanajuato. Y luego permutó a Tamaulipas, donde realizó la mayoría de su trabajo docente. Él es parte del comité organizador de los eventos de reunión del grupo nuestro de egresados. Es atento y respetuoso. Transmite paz y tranquilidad. 

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A los pocos minutos llegó la dinámica Arcelia. Y los tres estuvimos compartiendo y la sal, y compartimos tanto recuerdos, anécdotas de trabajo, como proyectos a futuro. Roberto y yo estamos jubilados. Arcelia sigue activa y muy activa.

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Imagínense cómo son estos tipos de pláticas. De entrada son arrebatadoras, porque cada quien quiere contar lo propio luego de, en mi caso con ellos, muchos años de no platicar. Yo radicó en el cercano Tabasco. Ellos en el lejano Matamoros. Y viceversa. Y aunque nos hemos reunido en esos encuentros de los 30, 35 y 40 años de egresados, platicar lo que se llama platicar ko hicimos esta vez.

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Por ejemplo yo no sabía de la operación de corazón de Roberto.  Lo cual por sí solo habla de la gravedad en la que estuvo y de la importancia de no postergar encuentros porque vida solo hay una. Y no dejemos para mañana lo que corresponde vitalmente al hoy. Y Arcelia nos platica de las prisas y gestiones que realiza en su trajinar laboral. Que estas actividades múltiples unidas a lo familiar nos lleva a cuadros de salud que hay que atender.

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Un tema que no podía faltar, pero lo libramos bien fue el de política nacional con Amlo y Morena al frente, sobre Delfina al frente de la Sep y la ratificación de mandato del próximo año. Sobre la titular federal de Educación dije con todo respeto que ellos, Arcelia y Roberto, porque los conozco y escucho, harían mejor papel al frente de esa dependencia. Y que la Ley dice revocación. Coincidimos que es un ejercicio cívico para posteriores mandatos tipo Fox, Calderón y Peña, a quienes tuvimos que aguantar ¡6 años! al no tener dicha Ley.

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No ahondamos más sobre esos sinuosos temas. Y volvimos con lo nuestro, la camaradería y amistad  a mí en lo particular me fue muy grato escucharlos. Sus opiniones  siempre tranquilas, prudentes, informadas y mesuradas. Qué bien han desarrollados esas habilidades .

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Antes de la llegada de Arcelia comentamos sobre los riesgos de manejar en carreteras y la precaución de atender los vehículos, que a veces los mecánicos olvidan apretar una tuerca, o no ponen una pieza. Y sale uno con todos los riesgos. Él, Roberto con un vehículo al que reparó la transmisión, y en un viaje largo, ya de regreso lo dejó varado. Y fueron soldados y un amigo quienes le ayudaron a resolver. Y yo con un ruido que traía mi vehículo en este viaje. Pero que en el 2011 tuve unas aventuras de mucho riesgo en la descompostura del vehículo antes de llegar a Nuevo Padilla. Y una semana después de lo qué me pasó, en ese mismo taller mecánico del Güero de Nuevo Padilla hubo enfrentamientos a balazos y muchos muertos.

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Casi cuatro horas de plática literalmente interminable. Luego nos despedimos. Roberto me llevó a casa y todavía nos quedamos allí en el auto otros minutos más comentando temas familiares de ambos. 

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Decir que los quiero mucho, y los admiro, me quedo corto. Un abrazo y les deseo lo mejor en salud y dicha a ellos, Roberto y Arcelia, y a todos mis amigos de la Normal Mainero y a sus familias.

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Ah, por cierto, el desayuno fue buffet muy sabroso. Y muy atentos los muchachos y muchachas de dicho restaurante. Generosos, mis amigos no me dejaron pagar. 


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