Ante un mercado

Ríe en el mercado frente a tanta mercancía. Diógenes. ¿Dónde andas mi Catulo?  Y suceden las prisas. Camina rotundo. Ires y venires por calles y callejones de esta ciudad calurosa y caliente. Descansa en las bancas de los parques o iglesias. Tantos destinos sin sueños. Solo el afán de tener mediante compras algo nuevo. Distinto. Acumulación de cosas. Lo nuevo. Lo diverso. Lo original. La marca. El logo. Todo con el poder de la firma. Y luego los pagos. Mas el módico modo de interés. ¿Dónde nos quedamos anoche? Ah, sí, sobre el cosmos, la plática. La sonrisa. Hace gala este hombre de la nada. Apenas susurro de palabras entre dientes. Y caminar por los alrededores. Tuvo un sueño de su dicha. Y lo presume. Era agua. Mucha agua. Vuelta al origen, le dice la gitana. No escriba de gitanos, sugieren desde lejos. Entonces vamos por las cartas. Era un sueño rosa y las nubes.  Mas decía de los lugares comunes. El hombre cosificado. Una mercancía. Me hablan de esclavos. Marcas de propiedad en la piel. Los apegos a la moneda sin respaldo. Son los tiempos ahora es la libertad ante la máquina. El descrédito con el plástico. Un bombero llena su alberca con el tanque de agua de un camión tanque. Lo destituyen. Es el caso del pensamiento del hombre. Primero yo. Luego el ego. Una vez más inició su charla mientras seguía caminando. Y lo seguimos. Era su charla sobre el mercado, y la risa. Dijo dos cosas: hay mucha diferencia, abismal, entre el mercado de las frutas y legumbres. Y el mercado de lo efímero, lo vacuo, lo vacío, lo plástico. (borrador)

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