Los colores

Fríos, tibios o calientes, se traslapan en mi juego. Pienso en uno solo y es un verde suave como si dijéramos mar adentro, transparente, con arena blanca y pecesillos rojos y azules. O un blanco, cuando la mirada agota los pesares y busca un todo divino relevante. Y el blanco y negro campo de batalla donde tanto reyes como alfiles, lo mismo peones y caballos avanzan decididos en un pensamiento que los mueve en laberinto. Y vertido el rojo en la calle ondulante y sensual a sabiendas que nada se remedia con la coqueta muerte. O el amarillo ocasional que versa sobre lo fugaz del pensamiento. O la belleza segura. Y la bandera con los acentuados rojo y verde, historias de heroismo y desventuras. Hojas de papel volando en el otoño ocre de la nada. Yo concentro en el camino todos los colores, en la espiga del trigo allá a lo lejos. Y en el negro que viene en parvada desde lo oscuro de la luz a la mirada. O el rosado sensual en la toronja que me evoca sabores de adolescencia e infancia. Brincan pantallas de color a modo de sorpresa. Y me concentro en aquella vez cuando dijimos de esa canción del color de dios y el universo y fue preciso el adiós. Y sabíamos que era solo un juego que no termina en el color de las miradas. Sature el destino los colores en este tiempo en los que decidimos bienvenidas. Conjunto de imágenes quedan en fotografías que poco a poco palidecen los colores, donde en un futuro próximo no estaremos. Y otras miradas escudriñarán futuros en el azul de cielo.´Tu mirada, color de viento y fuego, mas la humedad.

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