Causa de las causas

Vemos la punta del icberg, o en distancia hasta la lejanía de nuestra nariz. Vemos lo que está al frente solamente, y no un poco hacia atrás. La memoria hecha añicos, se resiste. La desmemoria es la constante. Las palabras huecas no se han llenado. Miramos la luz no la oscuridad. La cara luminosa no la oculta de la luna. La rosa, no la espina. Contamos borregos en lugar de ideas para el no consumo. Nos dan pastillas para el sueño, para dormir, no bostezar, no desesperar. Hemos caminado hacia atrás lo suficiente para añorar el retorno que se aleja como el horizonte. Dinamitamos puentes porque la salud es primero como la panza. Y el olvido ayuda como adormidera. Y juzgamos por supuesto, señalamos con el índice, y criticamos lo que es distinto, lo que no se ajusta a nuestro cuadro.  Y hay una causa que es la reina de todas las causas. Ese afán de lucro que impera por sobretodo. Nada importa ante esa descomunal meta. Todo es por la ganancia, el interés. Nada cuenta, ni la salud social, ni la física ni la emocional. Todo es para hoy, ayer en la tarde, en este momento. La causa de las causas destierra la ética, la moral, la estética. Nada se atraviesa. Se apropia de toda imagen, de todo medio, de toda estructura. Despieliza cuerpos. Atora las palabras. La causa de las causas nos gobierna desde siempre. Becerro de oro. Dios con templos de mercancías en todas partes, y más en la mente del hombre. La causa de las causas tiene marcas registradas, logos, leyes, jueces. Y nadie escapa. Solo el poema queda fuera de toda vendimia lucrativa. A esa espada flamígera se responde con metáforas. Aquel que lo sabía todo lo dijo todo con parábolas. Lento el exterminio de la pus que prolifera, urge quitar el velo a esa causa y desnudarla en la plaza pública. Y a sonreír que la vida es bella a pesar de las causales.

Comentarios

Entradas populares de este blog

lecturas 20. Poemas de Carlos Pellicer Cámara

Rigo Tovar y Chico Ché

Max in memoriam