Dichosas palabras

Dichosa la palabra que provoca. Cuando dices limón, algo se contrae en la boca por la imaginación del agridulce sabor. O cuando dicen por ejemplo grosella. Cuando iba caminando por una calle de la ciudad, pasé por un centro escolar de básica, y recordé de cuando la infancia. Y pensé en los tacos de harina con frijoles bayos que echaba mamá a mi mochila azul. O cuando digo la palabra agua, se siente lo fresco de la humedad, que invariable viene con la brisa. Con la palabra viento asocio polvo. Y las dos con los poemas del poeta español León felipe. Otro león, como Eugenia. Decir fandango es pensar en ella o decir cantante también. Vivalde me guiña un ojo y se lanza a mi oído con esos violines afines a este momento de domingo. Jabón o toalla lleva imágenes cargadas de intimidad. La palabra manzana a la imagen original del amor, entre los míticos Eva y Adán. Dichosas las palabras que convocan al bien, no al qué dirán. La palabra mamá convoca a la ternura. Papá se relaciona con el cariñoso sencillo que proveé. O cuando no está es otra la sensación, lo sé. Hay palabras saltarinas, palabras comején. La palabra circo me invita a reír. E iglesia a volar entre las nubes. Nostalgia por el futuro por lo que viene. Por el pasado, refiere a lo que fue. La palabra lápiz a alumno. Pizarrón y tiza a profesor.  Cuando sueño suelo encontrar la paz de su sonrisa. Y cuando digo amor. Una de dos: me siento en el andén a esperar o me echo al camino a caminar.

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