En el 6

En el 6 teníamos tantas cosas. Sobretodo las ganas de vivir  con ese respirar profundo. Fuimos felices como lo seguimos siendo. Era de tierra el callejón. Luego cambió a concreto con la coopera de sus habitantes. En el 209 estaba yo y mi prole. Familia grande y de buenas costumbres. Y reíamos por cualquier cosa. Un solar de colonia de 10 por 20. Una casa de madera. Un árbol de pino que llegaba hasta las nubes. Un árbol que le decíamos canelón y nos daba de fruto bolitas verdes amargas, que usábamos a veces para la resortera. Una bugambilia a cuya sombra jugamos lotería. Una mata con flores especiales que contenían miel   teníamos al frente que nos servía de cerca y otros pinos de especie distinta. Al fondo dos plátanos que fugaces nos daban un racimo por año. Una higuera a cuyos frutos me colgaba cada vez que el gusto se reunía con el hambre. Una granada, también, que hizo delicias maravilla, aparte de su contenido geométrico. A oscuras el callejón por mucho tiempo, escondía nuestros ánimos juveniles. Y en el callejón a media cuadra nuestra secundaria. Y cada tarde nos reuníamos más de veinte personas a pelear con guantes de box profesionales. Y nos sentíamos algo así como los reyes del barrio. A las 9 de la noche ya buscábamos la casa de regreso de las tantas historias. Y estaban nuestros padres vigilantes con la chancla o cinto en la mano por si nos tardábamos más de la cuenta. En el 6 un rostro con sonrisa inolvidable vi admirado. Aún ahora, a la distancia, el recuerdo.

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