Comunicado de urgencia

Urge compartir palabras y sonrisas, y evitar en lo posible compartir la sal y los azúcares. Realmente urge. Urge amar y priviligiar la amistad. Al prójimo. A la naturaleza. Aunque parezca texto sin sentido, lugares comunes. Urge refrescarse y respirar profundo. Haga ejercicios al respecto, por ejemplo treinta respiradas a profundidad y sienta el cambio. Todo se mira diferente. Hasta parece milagro y es algo tan sencillo. Urge dejar de producir artefactos que a la vez producen basura, veneno y calor que se acumula, y ya sabemos desde niños del infierno. Sé que lo sientes imposible, pero es necesario, para dejarles un sano espacio a las nuevas generaciones que ya están con nosotros. Urge limpiar los ríos, los peces agonizan. Urge beber más agua simple. Urge la leche materna como prioridad en todos los sentidos. Urge escuchar. Escucharnos de a deveras. Urge volver la mirada al campo. Revalorar el trabajo de las manos que producen los frutos de la tierra. Urge sembrar valores con amorosa paciencia en el alma de los niños. Urge sembrar más árboles frutales. Y nogales aunque tarden muchos años en darnos sus generosos frutos. Urge educar con valores, con modelos, con metáforas. Ciencia y conciencia. Urge que se construyan mundos mejores y posibles en las mentes de los niños. Lucharán por lograrlo. Solo si lo imaginan antes. Urge contarnos cuentos bajo la sombra de los árboles. Y contar el esfuerzo de los trabajadores. Y no solo monedas arrebatadas mediante plusvalía. Antes el salario diario compraba treinta kilos de tortillas. Ahora solo cinco o cuatro y medio. Recordemos que ya nos vamos retirando y quedan nuestros hijos, nuestros nietos al relevo. Urge producir no para el lucro ni la usura. Solo así podríamos vivir todos con decoro. Aquí recuerdo al gran Martí: Cuando hay muchos hombres sin decoro, hay siempre otros que tienen en sí el decoro de muchos hombres.

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