Ciudadana

Ciudadana. Escribo para vos. Independiente de lo que se es, sobre todo el huracán de esa vez y el enojo en la voz. Los platos rotos, la sucia ropa para la casa. Atenas suena bien para viajar. Pienso en El Partenón. En las esculturas de Afrodita, Venus o Zeus. La pista de tartán para correr en el estadio de Olimpia. Un cúmulo de ideas por materializar. Ingrata. perdón, ciudadana. Un vaso de agua no se le niega a nadie, y dice usted bien. Ocaso solar. La arena en los pies. Suele llorar. Ciudadana en común de maravillas. El había una vez, siempre abre la posibilidad. Nuestra historia personal.  Recordé de pronto el cuento de Caperuza la tierna y el lobo feroz. Era una infancia sin patines ni juguetes especiales. Pero la brújula apuntó por esa ocasión al sur. Y seguí la ruta. Y héme aquí. Escribo para vos. Mas no sé quién es usted. Escribo en general, a quien pueda interesar. A veces sucede que se acomodan ciertos pasajes de las historias personales. Y alguien dice: escribe por mí, de mí, para mí. Y nada. Hago un ejemplo de ejercicio para explicar. Me pongo frente a pluma y papel. Y de manera inexplicable inicio sobre un tema cualquiera. Hielo. Indiferencia. Piel. Burbujas.  Y hablo de sirenas o duendes. Figuritas de papel. O peces de cera o madera tallada. Como grajeas de chocolate. Iré un rato al club a cantar.  Y alguien a lo lejos canta mientras. Oscurece este sábado de música de alientos. Ciudadana, gracias.  Ha sido un placer.

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