Teníamos

Teníamos tantos datos coincidentes. Entre ellos los nombres de los perros. Varias canciones que nos supimos siempre. Entre ellas de nuestro Bola de Nieve, Aute, y Agustín Lara. Tuvimos razones para la defensa sin el ataque. Y legiones de mariposas monarca volando a nuestro alrededor. Teníamos palabras para cada momento, cada oración, cada imagen. Y teníamos un banco de imágenes  que las traíamos a cuento según la ocasión. Teníamos el oráculo de Delfos y el teatro griego para sucumbir al destino. Sófocles y Esquilo. Nuestro escenario era la casa abandonada en la periferia de la ciudad. Era ¿Edipo Rey? Todo está escrito, decía yo. No hay nada de eso, pamplinas, refutabas gitana siempre sugerente. Y así pasó el tiempo terrenal. Voces entre las tumbas. Murmullos. Y el polvo de la lápida se iba acumulando. Solo de vez en cuando seres anónimos para la historia acudían a quitar el polvo. Solo eso. Sueño que he soñado. Y había agua por todas partes. Y corríamos porque nunca tuvimos defensa para los desastres naturales. Blandías un escudo medieval. Todas las batallas fueron ante  el espejo, en el desierto.

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