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De marcianos

Mi sueño fue en baratas. Tiendas inicuas de baratijas. Mercancías de segunda o tercera mano: ropa, discos, libros, máquinas de escribir y autos. Yo recorría esas tiendas con afán de encontrar cartas afines, recados en las bolsas de las camisas, monedas extranjeras. Nunca vi sonrisas, alegría de la gente en los recorridos. Nunca escuché palabras de aliciente intención. En la entrada decía: los marcianos no han llegado aún.

A diario

Máquinas para expender palabras con opciones de salmos y poemas. Para expender aprecios con días de oferta por si acaso es necesario. Para expedir constancias de conducta y amistad. Máquinas para la risa. Para los abrazos. Para los sueños. Las nubes. Yo camino y siento mis huesos y músculos. No me resigno a lo moderno. Un buen día hasta tendrán máquinas para vivir nuestras vidas. Para entregarnos la muerte. Un buen día las máquinas determinarán nuestro destino. Y nadaremos entre cables y diagramas.

Usura

Usura es matar al campo y  rellenar lagunas. Es oír lamentos por el hijo o padre que emigra desnudo hacia el desierto del norte. Es contar los pasos y mirar los hoyos en el zapato. Es querer estar presos sin delito en cárceles para asegurar comida. Es pensar en los gastos de ataúd para enterrar a la abuela. Es querer qe muera el padre para ocupar su ropa y casa. Es cocinar sin aceite y sin comida, apenas hierbas malabares. Es mirar al hijo abatido sin sueños ni sonrisas por el presente que le agobia. Usura es el cáncer donde quieres sacar céntimos por la venta de  riñones. Es vender los libros por kilos y las monedas en gramos. Recorrí tramos en buses y ferrocarriles y miré tristeza en los ojos de los niños. Anduve en caminos de polvo, recorrí parques y vecindarios. Sed y hambre de sonrisas. Rostros escurridos como cera derretida. Los perros vendedores ceñían corona de diamantes y tenían conciencia que los libros fueron combustible  rupestre de caverna.

Diario

La vida y la muerte dialogan sin prisa y sin pausa. Con una prosa oral irreprochable e intercambios de silencios. Amigas desde siempre, siamesas imperturbables. Sin envidia ni coraje, compañeras de viaje, indisolubles. Los juegos de una los complementa la otra. El vicio de vivir lo controla la muerte y viceversa. Volteretas y piruetas en el aire. Teléfono descompuesto. Los juegos que se juegan y que inventan a lo largo de su historia. Cantos de vida y muerte. Los dos rostros de la moneda son los mismos de la existencia.

Estoy donde estás

Allí, donde estás, estoy, rinoceronte o conejo. En el lugar de todos, en donde se sientan plácidos los ornitorrincos. Animales en vías de extinción, como los búfalos, bisontes y el amor. Por eso busco alimento de perlas o pétalos y música de mar. Salto o brinco y sigo en el mismo lugar, allí, donde ronda el hormigueo de tu piel. Estoy donde me esperas y a donde vas, en tu camino donde el taconeo que indican tus pasos te lleva. Estoy donde tu pensamiento surca la distancia. Donde tu oído escucha las canciones de amor que yo pongo en la radio o en el tocadiscos. Estoy donde el viento acerca el aroma de las flores y el tuyo propio de mujer que está grabado como tatuaje rupestre en donde florece mi yo. No huyas del lugar donde permanezco, que eres tú misma, y en ti.

No tardes

Por el pan salir por las tardes con la sonrisa de esperanza a ver si ahora sí cae la rutina. No lo sé. Que se puede decir si los árboles siguen donde mismo al igual que las macetas. Uno no anda con el diente de fuera a ver si encuentra otros dientes de fuera. Uno traga saliva por el recuerdo que martiriza. Duele. Y en efecto el pan forma parte del recuerdo de la infancia. El pan era el sueño de la tarde, la esperanza. Y fiesta con saltos como con resorte. El pan nuestro por ahora es el muerto para vivos. En un rincón está la pluma sin plumero y el gallo desplumado. Es el rincón donde se guarda el cofre del tesoro donde celoso guardo la amistad, el amor, la esperanza, los sueños.

Fieles

Fiel difunto camina por las calles y entra a la taberna de la esquina. Llora solitario. Canta alegre. No hay diferencias entre uno y otro; es el mismo. Una buena tarde de otoño o primavera, cesó. Algarabados y dolientes le rodearon. Lo envolvieron en papel periódico y lo incineraron. Al día siguiente  renació en un renacuajo que subió a la silla de ruedas y se fue a su trabajo rutinario. Al regresar por la tarde nadie le dijo nada. Sintieron que había sido un sueño. Él no recuerda nada. No necesita recordar. Es el mismo fiel difunto que sueña con la vida.

Aquí estuvo

Se fue sin merecerla, dice el loco apunte diario escrito por la vida. Era la tristeza o la muerte; era el afán de abarcarlo todo. De pronto cambió el escenario y era el cementerio, con cruces y arabescos, lápidas frías y pasto con rocío. Había epitafios sugerentes, simples, agudos y humorísticos. Hubo silencios que tejían adioses, lentamente. Como goteo de agua o ácido. Había flores secas antes suntuosas. No hubo canciones ni poemas en las criptas. No hubo palabras cálidas. Ni abrazos, saludos de mano, menos besos. Era noviembre. Eran calaveras, queda la música:  " Y morirme contigo si te matas  y matarme contigo si te mueres  porque el amor cuando no muere mata/ porque amores que matan nunca mueren" .

amanece

Las madrugadas son como huecos oscuros en la tierra, como huecos en el infinito sideral. Amanece al fin azul, como si dijéramos verde vegetal. Son colores que deslumbran en tonos diversos de mar. No pasan más que los gorriones con su canto, y se sabe, se dice, que arriban las brujas para las noches de plenilunio, con sus brebajes propios de la alquimia personal. Todo es crónica del viento. Crónica de los pesares con las risas. Una golondrina no hace verano, pero bien pueda dar a luz la primavera. Aquí se escriben palabras huecas. Nadie la razón este valle de los sobrios y locos. Nada decir del pasado, nada queda. Punto y cruz.

Las palabras

Tengo palabras que guardo bajo llave. Y tengo las que traigo sueltas por las calles. No son las mismas, pero todas ellas me merecen. Hay las que lastiman y las que ensalzan. Las que fustigan y las que animan. Las que señalan y condenan y las que toleran. He descubierto que somos lo que pensamos y decimos. Y de esa forma nos tratan. Hay palabras que destruyen y construyen. A mi me bastarían por ejemplo para vivir las palabras jardín porque representa a mi padre. Y "ya está la comida"; y "lo importante es que no te pasó nada", que me recuerdan a mi madre. Yo lo sé de cierto. Prefiero al café que el adiós.

La memoria

Si te molesta, como dice la canción,  recuerda que somos arrieros.  Los caminos buscan siempre el olvido al dolor en la memoria donde habitamos. Un circo, el escenario del teatro, la tribuna, son siempre espacios de representación, con funciones de beneficiencia, con funciones para las personas vip. En la memoria tengo un retrato tuyo, una pata de conejo y un olor a tu sonrisa, que sepa lo que significa. Aquí, en esta casa de la risa, me dan hoja y papel de vez en cuando, para hacer pruebas para el sicólogo. Que la memoria nunca me abandone; que nunca me diga que  fuimos otros, indiferentes, mercenarios, ridículos.

Elucubrar

Como lubricar ideas, me parece, o algo parecido. Elucubrar ensoñaciones es como embobado soñar con los ojos abiertos. Y nos tunden con piedras y garrotes en el alma, mientras nosotros andamos mirando el rabo a las nubes y las colas en los bancos, aburridos, endemoniadamente superfluos animales. Estampo mi rostro en el espejo y lo dejo allí seguro que la edad es algo fija. Susurro cantos mientras escribo Roma o París. Este elucubrar a veces se anda por las ramas. Un día tendré un perro a quien ponga de nombre elucubrar. Los perros  se alegran cuando uno llega y se apesadumbran cuando uno se va. Hasta el cementerio llegan, los perros, atrás del cortejo. Y se quedan allí hasta lo último, esperando que reviva el último de los mortales con nombre y apellido que les hizo fiesta en su cumpleaños. Salud, declamando el Nocturno a Rosario.

Dóciles

Con disposición al matadero, dóciles. Silencios tempestuosos incuban presagios de sangre vertida. Discursos lastimeros ante la tribuna. Palabras de ayes y gemidos de dolor. Así estaban escritas las cartas del martirio. Así mentían con palabras juradas y juramentadas. Canciones hechas trizas, melodías descompuestas. Ante el matadero los animales braman y aúllan (coyotes). Quedan apenas vestigios de vida:  rotos, locos. Quedan los momentos sublimes como  fotografía en la memoria.

Volver

¿Cuál será la geografía que mejor nos acomode? No es la que se sueña, sino la que se vive. Con esos bemoles del día, con esa rebuscada palabra que no sale, con esa mirada que intenta dar vueltas en la esquina o girar. Vuelvo a estas rutinas de espacios en blanco y palabras. Ritos gestuales donde aparece el laberinto de la vida. Ritos de silencios donde se escribe con el sentido del ritmo de la vida. Volveré a tus brazos para no regresar al país del nunca jamás. Tengo rota la camisa y los cabellos despeinados. Mi sonrisa es una mueca que delata vanidades. Hoy salí de compras y regresé con las bolsas vacías. Las canicas quedaron a tres cuadras. Los besos robados me los confiscaron en la aduana. Quise reclamar y tenía los ojos sin mirada. ¿Cúando se escribe la palabra volver? No lo se de cierto. Sólo sé que el alma se hace chiquitita, para que el corazón ocupe el espacio que le corresponde.
Ni la ira u odio me maniatan. Desde siempre les dejé fuera de mi como bestias de ponzoña. Les puse un límite sombreado. Y quedaron como fiel recuerdo de  bajezas y raras fobias por lo humano. Me limité a grabar sueños con imágenes y dudas para tener interés en búsquedas permanentes. Entonces sentí que era otra forma de mirar las cosas, desde un punto de vista de permanente ensueño. Nada fácil. De pronto las fotografías de portada me rodean, me reclaman, me exigen. Y entonces bajo de la nube y respiro átomos de muerte, de resentimientos. Y transito como si fuera cinco centímetros por sobre el piso. El que os adula os aborrece, dice un amigo. Y decía el Cabral que se acaricia el lomo del caballo para montarlo. Por lo pronto digo salud a mi mismo, celebro con café la vida. Esta. La de hoy. No sé mañana.

Joel

Joel Zúñiga Castillo es inmortal. Hasta que no se demuestre lo contrario. Hace treinta y cinco años nos lo dijo. Eramos cuatro integrantes del club en Matamoros.  por esas calles y callejones anduvimos siempre sonrientes, alegres, afables. Nos tragábamos el mar de un solo buche. Tantos mares acabamos. Tantas estrellas bajamos. Discutimos sobre diversos temas. Arreglamos el mundo tantas veces descompuesto. Una tarde nos dijo: "yo soy inmortal, y se los demuestro cuantas veces quieran". Lo saludé hace seis meses en Ciudad Victoria, Tamaulipas. Charlamos de mil temas junto con Bogar. Y allí sigue, con la carcajada abierta. Con sus anécdotas infinitas nos demuestra que es inmortal.

Lo posible

Nada se acaba hoy, como no acabó ayer; tampoco acaba mañana. Todo es circular como la serpiente que muerde su cola, o la bestia atada dando vueltas a la noria. Por eso hilvanemos lo más fino posible entre el pasado y futuro, y que el presente sea un tejido perfecto de flor. Todo fin es un comienzo. Toda derrota es el inicio de una victoria. Cada día con su propio afán y comer con fruición las frutas de temporada que no se encontrará en las otras. Mientras esto sucede escribiré sobre los gallos y las azafatas, sobre las nubes y el poliedro, sobre los cantos y llantos. Hoy alzo la mirada  siempre consciente que mi caminar es sobre el suelo. ¿Y si mañana ya se fue y si el pasado es un sueño? Deja despertar al presente entretejiendo tuertos y entuertos.

Ocelote

Por ahora haciendo nada y con ayudantes, asomado aquí a esta página de la alegría. Vienen y van las golondrinas. Al acecho un ocelote inspirado en la oscuridad. Guardadas las palabras, reinando los silencios, todo es posible. No había escrito nada desde el diluvio, desde esa eternidad en que todos miran a todos y nadie dice nada. Un bisonte pasa frente a mi y lo domo. Lento y tranquilo animal rumia carcajadas. A ver si ahora avanza hacia su ruta prevista del cementerio. Y griega. Esto es escribir in fraganti sobre lo que sucede alrededor. Nada y todo pasa. Con prisas unos, otros con paciencia con un control remoto a la mano. Plasma la pantalla donde sucede la película de la vida. Me entero que hay reunión de mosquitos, que hay reunión de conejos. Preparan el golpe final para finalmente dormir a pierna suelta. He dicho. Corten, dame un dulce, y sigamos grabando.

La princesa

En el palacio de hierro encontré un lápiz en oferta por temporada y comida para gato. También un libro rojo de letras blancas y aromatizante para auto, aunque no tengo auto ni gato ni motivos para escribir o leer. Busque´otras mercancías a ver si  también estaban en oferta:  un corazón en dibujo y unas sandalias de playa, también un reloj que detenga el tiempo, una lámpara de Diógenes y un cantarito con palabras aunque fue inútil. Decepcionado, y con el imperativo de compra como filosofía, me robé tu sonrisa de princesa, y compré cien gramos de dulce de leche y un radio para escuchar la serie mundial de beisbol y algún programa del corazón.

Limoneros

Tengo el recuerdo de comer bajo limoneros. Era primavera de hace como diez años,  los árboles en flor. Su olor era distintivo del lugar.  Caminé por varios minutos extasiados del olor a azahar y lo fresco de la sombra. Al cabo de unos minutos regresé al lugar de la reunión. Era un huerto y bajo su sombra nos sirvieron pescado frito y asado.Estaba la charla y los guisos en la mesa. Yo regresé por hambre, no por ganas. Por mí hubiera seguido por horas bajo ese olor, suave. Esparcida poesía de aroma.

El robo

Ayer dejé el vidrio abierto del auto. Robaron Masa y poder, de Elías Canetti. Había unos lentes R&B; un reloj y un teléfono celular. Además de la factura del auto en la guantera. Y tomaron sólamente el libro. Hay ladrones cultos. No es una consideración, ni un comportamiento general. Pero al menos uno queda con la idea de que hay quienes a toda costa buscan un libro. Hay un lector que se llevó mi libro de Canetti. Si después de leerlo quiere quedar como héroe de este cuaderno, que me lo entregue.  Va dentro, en la página legal, mi nombre, dirección y teléfono. Y hasta comentaríamos de su contenido para encontrar las causas que movieron al autor a escribir Masa y poder y, a otros, comprarlo y robarlo.  Por cierto lo compré en una librería de viejo en 2009, en el DF.

La carrera

"Corran", dijo el mudo mediante señas. Todos entendimos rápido. había tristeza en las miradas y miedo, sobre todo miedo. En estampida salimos disparados como bala de cañón. Levantamos polvo ya lo lejos se nos miraba como una manada de búfalos. No paramos. Nos impulsaba el temor a lo desconocido, a lo que viene detrás. El mudo, el ciego, el manco venían entre nosotros. Albañiles, carpinteros, profesores, avanzaban de prisa, lo más que podían. Jornaleros, enfermeras, tenderas, proxenetas y políticos. Era de verse. Era de leer en los rostros de la humanidad en la carrera las lecciones de la historia donde quedaron las huellas de la pequeñez del hombre. Después de un buen tiempo (que eran minutos y siglos a la vez) se empezaron a preguntar entre ellos mismos (ellos donde voy yo mismo) sobre el origen y razón de la estampida. Los búfalos nada saben. Y corren atropellándose entre ellos escribiendo entre paréntesis la historia natural de las especies.

Taco

Pedí tacos de ojo. Me preguntaron que si de buey o humano. Escogí de buey. Los de humano son ojos de miedo que han visto guerras, traiciones y genocidios. Me sirvieron al instante un ojo de buey, hermoso, brillante, acompañado de pasto verde como guarnición. Pude ver rápido a través del ojo vacuno de los hermosos campos en primavera y verano, con un verdor propio de paraíso. Estaba en eso cuando le di la primer mordida al taco, sobretodo en la parte de tortilla y yerba, aún no de ojo. Y sentí al instante que este hubo de retraerse unos milímetros, suficientes para escapar de la tarascada. Me asomé a esa parte del taco donde ya se alcanzaba a ver el ojo, refulgente. Miré y me miraba asombrado, tierno, asomado como a un orificio de puerta. Desperté con hambre.

De viejo

Mucho de lo viejo tiene la majestad de lo nuevo. Es la vuelta de siempre, como en la noria. ¿Qué hay luego? Batallar entendiendo el tiempo, transcurrir apenas comprendiendo algunas claves inocentes. Yo andaba por allí de tu mano, por calles, veredas y caminos sinuosos. Y estaba un letrero luminoso: Pase. Y no lo pensamos. Era una señal del azar, para encontrarle motivos al día. Libros, disquillos, alhajeros, maletas, un ajedrez de madera, un gato disecado, una muñeca rusa, una maquinita rosa, para nieve y de palomas, un busto de Lenin, un cuadro del Primer desayuno y La última cena . Yo caminaba despierto, con miedo al pasado, atento a las señales de mi edad. Al fin decidimos los discos para traer los fantasmas amigos en notas de armonía. Luego relajados volvimos al presente.

Dos de dos

Tenía dos gatos, uno murió, el otro se fue. Tenía dos libros, uno construyó el mundo, el otro lo destruyó. Dos amigos, uno era de Mapimí y quedó grabado en un corrido, el otro cruzó por San fernando y hoy está en una tumba sin nombre. Dos amigas, una se fue en la nube la otra desapareció por instinto. También tuve dos árboles, dos cancioneros, dos guitarras y en dos todo lo demás que señalo: tiempos, mascotas, caminos, orígenes, destinos, lápices, piedras, sudarios, retos, religiones, clavos. En fin que siempre tuve que definir mi inclinación por uno u otro, decir una palabra en un sentido u otro. Hay unos que no se enfrentan a decisiones y siguen una ruta sin más, sin el si o no; sin opciones. Entonces andan exultando certezas por todas partes, dueños de sí y del mundo, que les es uno, siempre y en definitiva. Se dan de topes contra la pared, la única que tienen enfrente, y los topen los dan con su cabeza que también es única. Sin más.

Sueño

Cuido el sueño. En él se conjuntan millones de imágenes. En blanco y negro, y color. Acción y reacción. Movimiento, palabras, quietud, silencios. Otros tiempos se mezclan con los de ahora. Risueños construimos veleros, planeadores, patines y sobre ellos nos deslizamos hacia el encuentro deseado.  Nos ponemos zancos y acariciamos la luna, bajamos estrellas. El sueño es el espacio ideal para las visitas, los encuentros, la dicha. Desde temprana edad vienen los demonios a dictarnos cátedra y analizar las instrucciones para la vida. Y sorprendidos nos damos cuenta que en el plan original, desde el génesis, no hay maldad, sino que esta se ha inventado para el control de los más fuertes. Lo importante del sueño es sostenerlo con los ojos y la razón abiertos.    

Sol

En invierno añoramos el sol. En el Norte  punza el frío helado en los meses de enero y febrero. Traspasa el hilado de la ropa y llega a herir. A veces hasta congela el agua y hace chopos de nieve. Uno busca en el horizonte indicios de que se asomará el sol, y nada por el momento. Así transcurren los días. Entre el frío y el dolor. En los patios de las casas, las personas hacen fogatas, con leños o carbón, para calentarse. Hasta que un buen día los rayos de sol al amanecer se meten entre las rendijas de la madera. Es principios de marzo. Y el que despierta primero mueve a los demás con algarabía. ¡Ha salido el señor sol! ¡Albricias!

Cerrado este sitio del cuaderno por remodelación

"...Cuando ella sigue dando vueltas en mi mente Esta negado al amor temporalmente Mi corazon cerrado por (remodelación)."

Los sueños

Son verdades los sueños, apuntalados por  quimeras y utopías. Son verdades. Si no para qué se presentan camuflajados en el sopor de la noche, entre la oscuridad, en la penumbra. Logran que todo nuestro ser vibre y el pensamiento onírico viaje a valles donde te encuentras, ignotos en la irrealidad. Allí te encuentro sin escapatoria, allí desaparecen las fobias, los reclamos, los miedos. Estamos en un paraíso donde descansamos del recorrido entre valles y litorales. Sin escapatoria posible porque creo en ti.

¿Tiene sentido?

¿Tiene sentido este cuaderno? Me pregunto ahora si escribir aquí sobre nada, sobre pretextos, sobre simplezas tiene sentido.

Recado

Ciudadano A: Vaya por los lugares de siempre, el café, la librería, la biblioteca, la compra del periódico. Los que van en busca de  palabras ya saben que a veces se esconde y tienen paciencia. Saben también que todo asesino (vaya el símil) siempre vuelve al lugar del crimen. Saben que viaja con un libro bajo el brazo. Que ahora usa lentes para despistar. Y que cortó su barba por temor al tiempo que escapa indiferente. Es buena la cicuta para olvidar el mundo. Sabe usted que el aprecio, la amistad y el amor son morfinas para el dolor de la vida. Cuando usted baje al río para beber agua será grabada la escena. Disculpe usted el presente. El aviso es oportuno. Nadie, siendo mortal, escapa del destino.  

Carta al mar 2

 Lanzar una carta al mar es la imagen romántica para encarar al azar y jugarle de frente.  Sabrás que las palabras nuestras son tuyas y mías. Que el significado es especial, donde "cinco" puede ser beso, y "uno" lo mucho, y "montaña" lo ni nunca. No hay vuelta atrás. Se construye para no ocupar al futuro, a menos que se redima y concrete en el presente. Al mar la carta. Que vuele en botella y viaje como en submarino azarado. Y llegue a tus manos, de preferencia, o a otras manos, en este u otros tiempos. Y la carta sea leída por ti o por otros ojos, cuando estemos o hayamos desaparecido, como constancia del amor. He dicho que amar es la razón última y final de la existencia. Lo demás es accesorio plástico.

Carta al mar

Quizá no la leas. Una carta al mar es una apuesta al azar y al destino. Escribir por ejemplo poemas; palabras dulces, preguntas, el nombre de un libro, el recuerdo del beso, la hoja seca o la flor guardada en un libro, una canción que taladra nuestros huesos. Yo estuve allí de testigo, estuviste tú. Alrededor de nosotros el canto de pájaros y el sonido de campanas, mientras nosotros caminamos sobre hojarasca casi al anochecer, o a orilla de una playa con chapapote, que hizo marco a la tarde luminiscente. Es una historia cursi, porque es de amor; es una historia ridícula como toda lo sensato en el amor. Quizá no la leas. Uno escribe por necesidad. Por dejar huella en una hoja. Por estructurar palabras que digan algo. Por sí o por no, por cualquier motivo. Aún si no decimos nada. Como loro que dice palabras que no entiende, que escucha palabras sin saber significados. Uno escribe para adornar el día que se va. Y al escribir esta carta y meterla en esta botella azul y lanzarla al mar, es

No hago otra cosa

No hago otra cosa que asomarme a la ventana; a esa que has dejado abierta  por donde rondan pájaros y payasos de prisa, como guiñando un ojo, como diciendo ven. A veces creo que es inútil. Pero dejo constancia de mi constancia en asomarme a escuchar la risa o las canciones o las palabras que hacen mejor los corazones. Yo he de quitarme. Yo he de balbucir canciones donde el dolor anida en cada nota. Déjate mirar por la vez última. Quedan cartas en el juego. No se ha acabado el mundo. Y siempre la esperanza es árbol fuerte. Y da frutos. Sin duda alguna.

Espera

Que toque a mi puerta la alegría; que la fruta madure en cualquier mes del año; que suceda algo inesperado y seamos testigos de revoluciones e independencias verdaderas; que la paciencia respire clima en el infierno que nos cubre; que salga el libro publicado sin hacer esfuerzo, sin cansar la vista puesta en las nubes o el horizonte. Espero que se resuelva solo el cubo de Rubik; que caiga el imperio de la avaricia y del orgullo; que llame Dios como hace tiempo. La espera es paciencia.

Matarnos

Matarnos, pareja, con tequila, canciones de José Alfredo y una navaja de rasurar. Matarnos al fin que al cabo es necesario aunque nada heroico. Romántico sí. El amor es egoísta y requiere entrega total, además de andar de cursi. ¿Qué mas?Matarnos. Jalar fuerte hacia las venas. Maravillarse con el fluir de la sangre. Decir adiós al mundo sin carta ni epitafio, ni senderos de ruta, ni mapa del amor y circunstancias. Ni testamento. Celebrar la unión de vidas con la muerte. Solamente que sea por eso. 

Fin del mundo

No creí a los fanáticos que antier se acabaría el mundo. Y fue cierto. Se acabó.

Domingo

Hay domingos en los que pesa el recuerdo, en los que vienen de golpe las caídas y los miedos; domingos en los que las horas parecen estar detenidas como en fotografía. Hace calor y es lo mismo que hiciera frío. No es el clima ni los datos, ni las personas que rodean. Es el morderse la lengua, querer hacer pedacitos el cristal con los puños. Debe decretarse que los domingos sean tibios y con sabor a arándano.

De sombras

Entre la tanta luz se requiere una lámpara de sombras.Una lámpara que no se venda en alguna parte, que esté allí cuando uno la necesita, al alcance de la mano. Vengan las palabras, el agua de la fuente y el río. Vengan todos los duendes de la tierra. Vengan los besos y abrazos que no nos hemos dado. Las damas descalzas sobre terciopelo. Las que escriben los te amo con carmín en el espejo. Entre la tanta luz, siempre es necesario como imprescindible, tener una lámpara de sombras.

El carpintero

Al ver la luna pienso  en las posibilidades del amor, que se abre camino a pesar de las circunstancias y las espinas y las piedras. Uno recrea el pasado adherido a un futuro que se manifiesta en el hoy. Amorosos contrastes de la vida. Hoy en la mañana miré a un pájaro carpintero golpeteando el aluminio de una lámpara, desde lejos se oía el trac-trac-trac, intentando taladrar el mineral. Nadie le dijo de lo imposible, nadie le dijo de lo posible. Así este relojero minucioso escudriña en su vida. Brinca lo más alto posible para aferrarse a la nube que cruza como tema de las canciones. Si me dijeran pide un deseo: un rabo de nube. A como dice el poeta.

Para mis maestros 3

Y los maestros de la escuela de la vida: la que hace formas con barro en Chicozapote Nacajuca; allí mismo el que descalzo renunció a una regiduría de oposición porque así lo creyó en valores; el que caminó por carreteras para enderezar entuertos y zurcir heridas; el quijotesco que con nombre histórico y con sonrisas lleva libros por todos los rincones del estado; el que ante miles da clase de historia de México y de Tabasco; el que por las tardes entrena niños en deporte o arte; la mamá de un amigo que en invierno nos invitaba empanadas con dulce de calabaza; el que en las redacciones de los diarios, anónimo, mejora los textos para los lectores; el fotógrafo que me prestó una cámara para tomar fotos en Tampico en el 78. Y a mi padre Juan que tenía como mejor maestro al trabajo y nunca tomó nada ajeno; y a Leonor, mi morenita, siempre paciente, siempre atenta, que ponía mi cena cerca de la cama a la que yo llegaría a medianoche. Todos ellos me enseñaron que el mejor camino es

Para mis maestros 2

Hay otros maestros, los amigos de oratoria honesta bien plantados en tribuna; el de atletismo que siempre se alzaba con medallas en los juegos y que me regaló unos tenis con clavos; el que nos guiaba en las lecturas de filosofía bajo un sauce llorón; el que nos enseñó de lógica, argumentación y organización de debates; el que llevó a mi casa a Rius de carne y papel; el que escuchaba y por el que escuchamos por primera vez a Serrat; la que nos escuchaba paciente con su mirada desde el Renacimiento; la que nos enseñó a sentir como hormigas en la piel; la que nos enseñó elegancia con su presencia.

Para mis maestros

Recuerdo a un maestro anciano con zapatos de hoyos en las suelas y con corazón más noble que un pan; recuerdo a un flamante encantador con acordeón y visera; a un genio de la camaradería que hacía bimbombam con las palabras; a un genio de los números que en los recesos jugaba basquetbol; a uno que, gigante, leyó en graduación el poema Sí, de Kipling; a una que me enseñó taquimecanografía; a otra con la que aprendí a escribir cartas de amor en inglés; el que en el laboratorio hacía fuentes con hidrógeno y magnesio; el que nos enseñó a abrir el corazón de un vacuno; el que nos enseñó a hacer fuego sin cerillos; el que nos enseñó a volar cometas; el de teatro que hacía una obra de arte en cada clase; la que con yeso en brazo llegaba siempre sonriente a impartir sus clases.

Sin título

Dos montones de polvo dialogan entre sonrisas y lluvia. Crece pasto y hierva por sobre las lozas. Afuera sones y valses de mariachi. Dolientes que se adaptaron ya a la ausencia del ser querido visitan como rito de compromiso el cementerio. Abajo otra perspectiva de la existencia humana, breve e insolente. Humedad y frío, oscuridad. Apenas el murmullo en el deslizarse de gusanos. ¿Cómo es la risa de la no existencia, cómo los cantos y los motivos de escritura? No hay respuestas. Abajo no hay voz ni luz. Arriba se cantan las respuestas nítidas, dolorosas, festivas, aletargadas, febriles, embriagadoras.

No

No quiero leer noticias en los diarios para enterarme de las guerras y bodas reales;  jugar futbol ni verlo por televisión; escribir ni leer de ningún tema; platicar sobre el beisbol ni sobre el canto de los pájaros; entrar a una iglesia ni a una escuela; cruzarme de brazos ni de piernas; tocar la guitarra y cantar canciones para nadie;tomar fotografías; romper la computadora ni mi memoria. Me resisto a quedarme sentado viendo a ninguna parte o sentado en una cafetería mirando pasar la vida pidiendo la siguiente taza con azúcar mascabado.  Me resisto a pensar en la desesperanza, en la envidia, en el lucro o en cómo ganar la guerra. No quiero quitarle las pulgas al perro ni bañarlo;  masticar chicle ni asentir a todo o a nada.  hacerme análisis químicos para luego ir al doctor. No quiero tomar pastillas. No quiero pesar libros por kilo. No quiero buscarle precio al verso. No aceptaré afilar cuchillos para la carnicería.

Vendedor

Que desgracia nada vender donde todo es comercio. Y si se vende el agua ¿por qué no vender el aire, los rayos del sol, algo de oscuridad o las imágenes de la luna?  Vamos al hipermercado de la vida a comprarnos a nosotros mismos. Nadie vende paz, amor, reconciliación. Hay quienes venden besos, sexo, canto de pájaros en su jaula. Nadie vende luz, sabiduría, tolerancia. Muchos venden armas, calumnias, odios. Hay letras que se venden y compran. Hay quienes desesperados buscan corazones, hígados, córneas, riñones. Hay quienes compran caricias y miradas frías. Que desgracia vivir en tiempos donde vender y comprar son los distintivos del ser. Yo nada compro, nada vendo, como dice el maestro, y por eso soy feliz.

La memoria

En el juego de la memoria -que discrimina, selecciona- hacemos tripas de gato, corazón, en la nostalgia, por el tiempo que se fue y en el que está por venir, que es el mismo, indivisible. Lancemos mientras cohetones de fiesta para aturdir al olvido. Tengo un amor que me tuvo. Tuve un amor que me tiene. Me acuerdo, no me acuerdo. Y se debate vida y muerte en una conjunción que le da sentido a la existencia. Ser en el tiempo, el tiempo del ser. Uncidos por siempre eros y tanhatos, como siameses. La memoria tiene olfato, piel, oído musical y formas distintas de escribir el te amo en la tierra, las nubes y el viento. A donde vayas voy. Venir es una forma de nunca irse.

Leonor 2

Iré a verte ayer porque tú vienes en mis sueños de futuro. Sé que vas conmigo a todas partes. Pero es bueno ir a buscarte y saber que me esperas. Que abres los brazos y ríes como luna creciente con la llegada. Ya se acabó tu motivo del llanto, de la zozobra. Terminó la angustia del corazón apretado por el destino de tus hijos, porque los pollitos no han comido, porque no han echado agua a las plantas. Y empezaste la vida eterna a la que todos aspiramos. Cuando escribo un texto eres tú la que me dictas. Cuando río eres tú la que mueves los músculos de mi cara. Cuando salto es que tú has puesto en mi los resortes de la alegría. Y cuando me nombran, es que tú les pones mi nombre en sus labios. A veces me meto en la cocina y te busco, y jugamos a las escondidas. Y entro al cuarto que habitas desde los tiempos inmemoriales hasta el fin del tiempo conocido. Apareces en la flor; vienes en la fruta; en el niño que empieza a caminar; en los cantos de la gente; en las manos entrelazadas de la

Leonor

Este que miras soy yo. A veces cargo piedras a la espalada. Y apareces para ayudarme, y entonces voy ligero, raudo. Como rey mando que rían todos los niños del mundo. Mas no basta. Risa con hambre no sabe. Y  mando que a todos los niños sirvan leche tibia y pan. Entonces sucede el milagro y se oyen canciones que vienen en el viento. Esa sinfónica de niños interpreta La paz de tu sonrisa. Y es por ti. Este que escuchas soy yo. Y digo los poemas que me gustan, que te gustan. Los tomo de poemarios ajados y los leo. Para ti. Y tú me escuchas. Cuando me miro en el espejo es tu rostro el que veo. Y me abrazo y siento que me abrazas. Te diré que voy a ti. Y no me preocupo si voy lento o de prisa, porque sé que me esperas sin la noción de tiempo. Un minuto es la misma eternidad, que entre nosotros es nada, o años. Abro los brazos en cruz. Y te sueño. Leonor, madre. Mi ma.

El tiempo

Nada somos sin el tiempo. Nada es el tiempo sin la percepción del mismo. Es un suspiro apenas, un latir de corazón. Uno sólo. Le somos indiferente, y nosotros lo tomamos como la máxima referencia de la vida. Nuestros movimientos y descansos, nuestro peregrinar y nuestro estar tiene como referencia el tiempo. Gira el planeta. Luz y sombra. Habrá un tiempo sin retorno en el que el inasible tiempo nos sea indiferente. Para eso transitemos en el laberinto con la seguridad de que es un sueño este caminar. Esta noción del ser y el tiempo. Mira la hoja del árbol. Ni se inmuta o acongoja. Sabia es la luz rodeada de la sombra.

Palabra

En los silencios van también las palabras. Individuales y colectivas. Dichosas, festivas y dolorosas. En el silencio va un discurso pleno, alegórico, literario y terrenal. Va la suma de silencio de los sin voz. De nuestros muertos. De los que tuvieron que callar para poder sobrevivir. De los que tuvieron que callar para seguir adelante en el trayecto del norte esperanzador y olvidarse del sur hostil. Y transformar los puntos cardinales. Por eso la palabra siempre debe ir con mayúscula. O debemos ver la mayúscula donde no se encuentra. La palabra es sinónimo de vida, de amor. Y la vida y el amor se encuentra también en el silencio. Digamos la palabra. Pronunciemos la palabra. Escribamos la palabra.

Silencio

Y quiénes son esos que van por las calles en silencio. Quiénes son los que levantan el silencio para hacerse escuchar y van acompañados, y en sus rostros se lee exasperación, ira y esperanza. No son muchos pero cada uno lleva su historia personal y de quienes le conocen. No son tantos, pero cada palabra que no pronuncian es el origen de un discurso. Van altivos, van erguidos, marcando sin querer la diferencia con la mayoría que esconden la cabeza ante el infortunio. Vamos a aplaudirles. Vamos a seguirlos. Antes de que sea tarde. Antes de que la ira nos mande, nos dirija. Vamos a sumar nuestros pasos, nuestras palabras calladas, nuestros silencios poderosos. Antes que la oscuridad reine sin retorno.

Semana santa 4

Antes de llegar a San Fernando divisaron a lo lejos una gran arboleda y bajo su sombrase detuvieron para analizar la situación y de qué manera entrarle al asunto. Había un ojito de agua. Se refrescaron y luego, recostados en la hierba, fumando, dando descanso al chevy, discutieron una media hora. Aprovecharon para comer nueces y cacahuates. No tenían miedo a la muerte, si pa morir nacimos, decían, sino que esperaban tener tiempo para hacerse escuchar. Habría que hablar con los precisos, aunque antes  hay que indagar con la gente de la central camionera, del mercado y con indocumentados, para tener mejores datos a la hora de plantear el asunto a los precisos. Por estos referían al presidente municipal, al general del ejército, al curita y al jefe de la célula que estaba cometiendo las fechorías contra la gente humilde. "Cabe la posibilidad de que estén aliados", concluyó uno. "Cabe la posibilidad que nos secuestren y nos maten", respondió otro.

Semana santa 3

En el trayecto, de horas por carretera, les pasó de todo un poco. Una ponchadura de llanta, sin tener la de repuesto. Había que poner aceite para rellenar. Y agua para bajarle la temperatura. Se daban cuenta que los trataban muy bien. Quizá por respeto o miedo a la indumentaria, la barba y el cabello largo, hirsuto. Por Soto La Marina, Tamaulipas, percibieron que las cosas no andaban tan bien para la gente: casas abandonadas, mucho polvo, comercios cerrados. Se veían como pueblos fantasma. El viento les pegaba de lleno y el polvo se les metía bajo la ropa. "Está esto del carajo y necesitamos comer", dijo Pedro. Jesús venía durmiendo. Lo despertaron para preguntarle si quería algo. Habían parado en la gasolinera e irían a un OXXO. "Unos burritos de frijoles y un jumex de durazno", ordenó claro, auqnue con voz apenas audible. En tanto les llenaban el tanque de gasolina. Se acercaron vendedores de discos pirata y lentes "tipo Kalimba", decía el vendedor. Com

Semana santa 2

II.- Iban amontonados en un viejo Chevy 91 sin placas. Iban sólo los que cabían, pues no había de otra. Los otros se iban en raid, en camiones o ferrocarril. En el camino encontraron mucho tráfico por los paseantes que celebran en playas, los vía crucis en los pueblitos y los retenes de policías y ladrones. Unos y otros se confundían. El aspecto de los apóstoles les daban confianza a ambos. "Déjenlos pasar, son de los nuestros", decían los jefes de los retenes. En el auto se sentía olor hierba y la música que iban escuchando era rock de los 70s.

Semana Santa 1

I.- A ver de a cómo nos toca, dijo El Jesús. Busquen tres lugares para ir a México, donde crean que más necesitan de nuestra palabra. Sus compañeros hicieron círculo para platicar del encargo y luego de las deliberaciones propusieron Ciudad Juárez, San Fernando y Los Pinos. Le dijeron las propuestas. "Los Pinos, descartado. Allí no tienen entendederas. Es el poder. Para ellos estamos locos. Y son capaces de mandarnos a chirona. Vamos a San Fernando. Ya conozco la ruta". Y se pusieron en camino.

El pozo

Están otros. Pero en esos otros va mi camarada con sus sueños rosa; mi compañero de escuela, el de las peores calificaciones y un gran corazón; el compañero  del trabajo con quien comparto el lonche y el café; el que perdió el empleo y llora sin tener un peso en la bolsa para tortillas y frijoles; el viudo que ama a la difunta; el recién casado, amoroso; el que no tiene y el que tiene estudios y hace sus discursos a la tierra.  El que se pasa la tarde en la cantina y filosofa y el que llega todos los días a la iglesia y eleva el rezo y la plegaria. El ciego que perdió los ojos en una apuesta y el manco que se cortó el brazo con el que abrazaba a su mujer infiel. El seminarista y el cura, que son el pasado y el presente.  El gobernante corrupto. Y el aspirante a gobernar honesto. La ama de casa con sus cantos en la casa. La legionaria que sabe su destino. La estudiante de ocho a seis. La mesera de la fonda que ríe a mi paso. La obrera con construye los autos y los televisores en la fr

Viento

Acerca tu mano y acaricia al viento, compañero de siempre. Alegre cruza los campos. Evade la imponente montaña. Tira las amarillentas hojas. Esparce la vida con el polen. Acerca granos de trigo a los pájaros. Mueve las las cartas. Levanta los manteles en las fiestas. Sostiene a las aves en su peregrinar fecundo. Mueve   las olas. Tumba ciudades y levanta el polvo de los muertos. Yo lo encontré un buen día.  Era un dios apacible a quien le gusta contar cuentos. Ríe a carcajada suelta. Y duerme sin fin cuando le place. Cuando se despierta es como un niño que arrastra todo. Y la gente se asusta. Y no es más que el truco de sus juegos. Amo el viento. Más cuando me acerca la sonrisa y las palabras de mi madre que vienen claros en una caracola.

La felicidad

Mandan una carta desde lejos. Hombres y mujeres en la batalla diaria. Cultivando la esperanza para las nuevas generaciones con juegos de ajedrez y cuentos. Escriben sus nombres, aran la tierra, siembran semillas. Se preparan calabazas para la comida y por la tarde toman cerveza acompañado de guitarra mientras otros bailan. El pasado y presente se juntan. Su baile ancestral  y sus cantos son disparados con trayectoria de futuro. No es la felicidad, pero es lo más parecido.

Avestruces

Pedimos disculpas, expusimos justificaciones, elaboramos teorías, estructuramos discursos, pero nuestras palabras eran confusas e ilógicas y todos volteaban a verse sin entender los sonidos guturales que emitíamos como de idiomas muertos. Entró la impotencia y el coraje. Y descarnados salimos a destruir  árboles, animales, libros y  puentes. Nadie, nada nos detuvo. Todos eran indiferentes porque andaban en lo mismo buscando una cueva para ellos y una silla de ruedas que les permitiera llegar primero a ninguna parte. Buscaban metales para comer. Hasta que descendimos al infierno. Allí esbozamos sonrisas indiferenciadas. Mostramos los dientes. Desciframos los sonidos. Construimos la torre de Babel y luego quisimos que fuera pieza de ajedrez y simplemente no se pudo. Fue entonces que escondimos nuestra cabeza para no darnos cuenta de todo nuestro alrededor.

Villahermosa en abril

Miles de autos autos atrapados en botellas.  Noticias de muertes estúpidas. Remodelaciones superfluas de parques y jardines. Manifestaciones de impotencia e ira por reclamos sobre inundaciones. Y anuncian nuevas inundaciones en áreas donde radican indígenas. Miedo en las miradas. Sonrisas como muecas. Perros de la calle sin palabras, con la mirada gacha. Calor de los 40 grados a la sombra (en el infierno ha de estar peor). Amenazan los constructores del desierto con talar más y más árboles. Habitaremos en un futuro cercano en áreas de concreto. Ulular de ambulancias. En las pláticas unos quieren irse del país o del estado. Yo me quedo. A pesar de todo me quedo. Admiro el amarillo del guayacán en abril.

Artista del trapecio

En la cuerda floja. Entre la calumnia y los aplausos. Entre el horror y la risotada con desparpajo. El hambre a veces, muchas veces, mas no de alimentos o carnes, sino hambre de buscar donde se encuentra nada, la palabra que no existe, el gato de tres patas, el chaleco con mangas. Transitó entre lugares comunes. Una vida simple,  común. Creyó en sus obsesiones estúpidas, una de ellas ser granjero de humanos o comandante de  pulgas. Cansado mirá hacia atrás en búsqueda de una estela de luz. Sólo vio huesos amontonados, cabezas de cerdos y humanos revueltas. Entonces esperanzado creyó encontrar la salida hacia el optimismo racional y fijó su mirada al frente: desierto con esqueletos amontonados también, cabezas. Olor a podredumbre. Ningún rasgo de vida. La civilización fue historia.

Funeral

Lo ideal sería no llegar al propio funeral, o llegar demasiado tarde. Que absurdo. Y luego eso de que le ponen saco y corbata y unos quieren silencio y llanto y otros bromas y trago. Yo estiraría la pata a voluntad si tuvieran la confianza en mi de que no vuelvo, de que no andaría vagando entre los éteres. Y sería genial trafalgar entre nubes y echarse clavados en el espacio. No se. Son ocurrencias. Estaría bien escribir el panegírico y el epitafio. Sin olvidar la carta de despedida. Dejar ya seleccionados los discos para que escuchen los vivos. A mi que no me aparten audífono. Ni que me tomen fotografías. Sería grato morir en paz o como sea. Al fin de cuentas más temprano que tarde habremos de llegar a esa cita no programada, a esa cita fuera de agenda. Mientras tanto el café, la sonrisa y el abrazo.

Tarde o temprano

Tarde o temprano,  nombró a su negocio de cajas funerarias. Alegórico, directo, filosófico. Por si las dudas separó el mejor ataúd para sí mismo. Y para cada uno de sus familiares. El hombre creativo fundó también una farmacia. Y como era escritor de ocurrencias, concibió una Oda a la enfermedad, como su estado feliz de negociante. Y escribió el libro Cómo ser rico con veinte enfermedades. Absorto creo una armería, a la que nombró En defensa propia o ajena. Y ni tardo ni perezoso en estado de ensoñación imaginaba asaltos, guerras, enfermedades y defunciones. Negocio redondo y total. Sus lecturas favoritas eran la nota roja, las guerras e invasiones. Feliz, ahíto, pleno, su sonrisa jamás le abandonaba mientras las cuentas en el banco se incrementaban No vivió para contarlo. Más tarde que temprano.

Matadero 2

Larga fila de aspirantes a verdugo en la sala de espera para la prueba final. Nada nuevo. Un profesionista diplomado en aprovechamiento y valores  da la orden de horca y guillotina mientras sonríe para la fotografía. Una imagen dice más que mil palabras. Salta la cabeza de  izquierda a derecha cuando iba para atrás. Ninguna duda en mis certezas, dice el ciego al tuerto mientras en la sala de espera hacen planes para tomar el lugar del verdugo. Aún no cierran el telón cuando la gente con asqueada empieza a salir del teatro sin darse cuenta que es la puerta al escenario.  No hay memoria en el reino del olvido (y de la indiferencia).

Matadero

Lo llevan los jueves por la noche amarrado por el cuello. Se resiste y chilla. No presiente. No precisamente. Huele el furor y lo junta con su miedo instintivo. Amanece degollado el sábado. Se beben su sangre en las ceremonias. Tasajan su carne para venderal al mejor postor. Sus vísceras tiran a los perros y gatos. Los gruñidos fueron grabados, parecen discurso de holocausto. En ese lugar no habrá canto de pájaros. Ni ramo de flores. Sólo cuchillos, estiletes y sierras que separen a la carne, que rompan el hueso duro, que traspase la piel. Unos jugaron futbol con la cabeza en cadena nacional. Otros se disputaron en rifa el cerebro. El verdugo plancha su camisa blanca. Y sale a pasear al perro y al niño al parque. esboza la mejor de las sonrisas. Mientras su hijo juega en los columpios. El se dispone a leer el libro de siempre, uno cualquiera de Kafka.

Para Javier Sicilia

Por la vez última. Por la indiferencia a la contaminación del lago. Por haber escrito esquizofrenia y por la muerte del gato. Perdón por la voz desafinada. Por romper el pacto de agresión. Perdón por mirar sólo las estrellas y no fijarme en la piedra. Perdón por la honda, por la bofetada, por el vaso roto. Perdón por el color púrpura en el pelo. Por las botas de vaquero. Por los ojos puestos en la hondonada. Por la estampita en la chinampa. Por haber roto el espinazo del pez. Por la lotería ganada. Por el boleto perdido. Por lo no aprendido, por lo sabido, por la ganzúa que no abre las puertas del cielo ni las del infinero. Por la quemada del cigarro. Por haber desconectado el teléfono. Por no haberte esperado cuando andabas con las hadas. Por la palabra mal dicha, por la escrita sin razón. Porque intentamos todo. Porque no sirvió callar ni gritar a todo pulmón. Porque los dejamos libres, sin rienda ni freno . Por creer de manera ciega en los salmos. Por no creer de manera ciega en las

Desacato 3

Aunque me digan que me muera, no hago caso. Y si me dicen vive, nado de a muertito. Es la costumbre de no dar en el blanco, ni aún tirándole al negro. Si me enfermo me curo, y si me siento mal en lugar de buscar al médico busco al músico, para que me cure con algunas canciones, nomás por sentirme sano. Por las mañanas corro de espaldas en el sentido de las manecillas del reloj. Y cuando me asalta la tristeza, le doy mis alegrías, nomás por el efecto que causa en mí hacerme de otras, construirlas, más bien. Hoy por ejemplo dormí con los ojos abiertos y me fugué con los ojos cerrados. Me descalzo y camino, aunque nunca vaya a alguna parte.

La muerte

La muerte tiene trabajo y ganancias las fábricas de pólvora y acero. En avión ligero se traslada de Ciudad Juárez a Trípoli, y regresa rauda en un ir y venir. Tiene ayudantes certeros en muchas partes, dignatarios de poder y ezquizofrénicos. Con su guadaña firma su paso. Olor de sangre expuesta al aire. La muerte democrática abriga por igual al indocumentado, al asalariado, al potentado y al diplomático.En la ONU y por seguridad levantan la mano en voto aprobatorio para la guerra en nombre de la paz. Yo me traslado en mi silla de ruedas con la prisa del que no tiene a dónde llegar. Ni por qué salir. Me aferro a un libro de cuentos, miro la luna y guardo silencio. Las ratas en la noche deambulan y como San Francisco les digo "mis hermanas, criaturitas de Dios".   Es hora de dormir sin sueño. Enciendo el televisor. Y me acomodo en esta cama de hospital mientras en Libia los misiles bomba seleccionan los cuerpos de militares y respetan los cuerpos de civiles. Es el avance de l

Pueblo

Mañana es el veremos. Se pospone todo, sobre todo el mejor cielo del futuro. Uno sube al cerro y mira el caserío. Ese no es el pueblo, sino quienes allí viven. Y van desfilando la moza, el caballerango, el rico hacendado, la ama de casa por el pan, el vaquero, los niños a la escuela, la abuelita con su sonrisa del tiempo, la maestra de escuela cantando canciones de Cri-Cri, el comerciante que agrega cien gramos a cada kilo, el chofer del autobús que suspira cada vez que pasa por allí, el sacristán a quien falta pelo, el cura que carga siempre un libro de filosofía, el peluquero que sabe las cien mil historias y el usurero. Yo construí un pueblo entero en miniatura. Un buen día a todo el caserío con su gente lo volví de nuevo un amasijo de plastilina, amorfo.

Democracia

Todos reciben cantidades de plomo y monóxido de carbono por partes iguales. La escuela es un infierno cuando se tienen ganas de cazar mariposas, elevar papalotes y bañarse en el río o en el canal. El trabajo hay para todos siempre y cuando sean jornadas de 20 horas y salario pagado con tapitas de refresco. Uno tiene miedo a decir las cosas, pero somos todos iguales en el vuelo, en el suelo y en el cementerio. A todos crecen uñas y pelos por igal aunque en menor o mayor medida a unos y otros. Me canso de contar y leer cuentos. Y la vida viene siendo el cuento de la misericordia y el deseo por el pueblo, para el pueblo. Uno debe quedarse callado a veces. A veces. Llegará el día en que con todo el silencio del pueblo erguido se haga la mejor poesía.

La salida

Nos dijeron que era la salida. Y llevamos días en la misma ruta. Todo es oscuro. Vamos a tientas. Hay la seguridad que esa es la salida. Y llevamos meses. Uno de pronto tiende a doblegarse y de atrás nos empujan para que sigamos. de qué se trata. No sabemos si es hacia atrás o delante. Si la salida es más al fondo u otro camino. Más bien no hay otro camino. Seguimos, decimos palabras, reímos y nadie nos oye ni mira nuestra sonrisa. Andamos en el absurdo de las certezas, soñadores, entusiastas, ridículos.

Jaula

Escribo con el fin de burlar la trampa. Tomo café a pequeños sorbos. Saludo a amigos que tenía tiempo no veía. Se desborda la plática en anuncios de época y de fórmulas personales para arreglar el mundo. Es la raíz del absurdo. Una nota del periódico es traer un hecho lejano, reciente. Un saludo de lejos es el reconocimiento  que navegamos en la memoria. Un laberinto es el árbol genealógico desde el origen. Mil disculpas el señor, me podría regalar una moneda, me dice un viejo  de barba  blanca. Y como autómata saco unos billetes y los doy. Me digo a mí mismo que a lo mejor ese hombre es una prueba tangible de la existencia de Dios. Me ofrecen la cuenta de consumo. Es hora de irme. Había barata. Me quedan a deber de lo que me pagan por venir a este circo y meterme en la jaula.

Hambre

Peor cornada da el hambre, dijo el torero, mientras iba en luces rumbo al ruedo. Caminó entre aplausos mientras el toro estaba en espera de que le abrieran las puertas para embestir. Como única ornamenta su percha de 400 kilos para la fotografía. No sabía de su destino. Sentía el sol sobre el lomo, y chillante embestía ciego lo que se movía en rojo. Un hombre con hambre, banderilla en diestra y una multitud como romana con ruidos de algarabía que parecían chillidos de puercos en matadero. Un descuido. Un voltear la mirada sin regresarla a tiempo. El toro embistió y encajó su cuerno disminuido en filo pero con fuerza suficiente para entrar en la frágil humanidad del artista del toreo. Por los aires el grácil torero y en su pensamiento la frase:  peor cornada da el hambre.

Crimen

Alrededor de mi la circunstancia. Observo a personas disminuidas con la mano abierta al frente pidiendo una moneda por el amor a un Dios. Niños de algunos años acostados en la acera donde huele a orines y perros se acomodan sobre cartones mojados. Ancianos sin arrugas ni piel y tratando de esbozar una sonrisa como mueca de burla ante la insolencia de los jóvenes. Como me ves te verás, dicen genuflexos entre mandíbulas y labios como belfos. Jóvenes con tatuajes de unicornios y vírgenes jugando a la muerte de verdad degollando semejantes y sonriendo a carcajadas sonoras mientras eructan sangre. Muchachas locales  ofreciendo a extranjeros su sexo por dos dólares o firma en acta de matrimonio para simular familias nuevas. En cuevas de lujo, hombres con manos finas y limpias, ataviados con camisas sport de cuello blanco firman los convenios para el traslado o muerte de ganado como premio a su buen comportamiento con tarjeta de crédito, a veinte meses sin intereses.

Cara o cruz

Le apostaste a la brisa del mar, al viento fresco, a lo alto de la montaña, a volar en picada y subir de nuevo, al libro que sublima, al recuerdo del canto de la pastora, al agua corriente, al diálogo con sonrisas, al café humeante, al boleto del tren. Sin embargo el río lleva otra agua a cada instante y el aroma en el aire siempre es distinto. Así que mientras seguimos en el valle, avancemos en este trajinar del tiempo que tritura lo obsolescente.

Caridad

Quitad al sediento la sed y a la rosa darle la mirada en el tiempo. Una moneda para el que sólo es Ser y en lo oscuro  resplandezca su dicha en el entorno. Al abuelo dadle  pan y paz y una carta donde se mienta que no se le olvida. De un monento a otro iniciará la marcha por la paz, alentada por los barones de la guerra.

Fe

Tengo fe en mí y en ti así como en el arte de cazar conejos, grillos y unicornios. Tengo fe en el hombre sencillo que realiza su trabajo sin aspavientos entonando una melodía. Tengo fe en el hombre que escudriña en el universo cuando inicia en escudriñar en el laberinto de su mente. Fe en las rocas que hacen filosofía desde la inmovilidad y el tiempo suspendido. Fe en las arañas que tejen su nido a pesar de que un niño al día siguiente las deshace y ellas empiezan de nuevo. Fe en el Dios que no existe pero y qué tal que existiera. Tengo fe en el hombre que trazó una linea al infinito y desde tiempos inmemoriales sigue haciendo su tarea.

La esperanza

Le hicieron la existencia difícil el ego, la vanidad y la envidia. Aún así se mantenía vigente en los textos de historia y en los de civismo. A veces era programada para recitar un poema o decir las palabras de bienvenida y, certera, decía lo necesario para motivar a los ausentes, a los explotados, a los caídos. Allí el odio trataba de cerrarle la puerta. Un buen día llegaron los adoradores del becerro de oro y dibujaron e impusieron una nueva linea de acceso a la vida. Comieron monedas y defecaron armas, escribieron poemas de alabanza a las armas, sembraron arbolitos de armas e impusieron una nueva forma de ver el  mundo. Ese día amanecieron millones de peces y pájaros muertos. Las niñas se prostituían en las iglesias. Y en los mercados públicas vendían gusanos y agua fresca de boñiga. La esperanza ha sido desterrada pero no ha muerto.

Candil

Candil de poesía. Una muerte de vista. Azul la tinta de agua. Para escribir basta un centavo. El cuento de todos tendrá final en toreo. ¿Qué dices? ¿Desvarías? Es grano de arroz en velorio y boda. Es música para encender fogatas. Es sentimiento de libro dejado en un parque. Odio a la taquillera que no me fía boleto. Dame la flor que he perdido las llaves del cielo. Es de tarde y nadie rompe promesas. En la mesa un pan y en la barda los graffittis de siempre: Patria o muerte; Prohibido prohibir.  Acuso que el fusil lo trajo el ladrón sempiterno. Llueve para el trigo seco. Reverdece el amor en la esperanza. Es marzo. La primavera viene. Lo anuncian las adelantadas flores de abril

Me encuentro en otros

Encontré en la calle Olvido a un niño parecido a mí. Le pregunté por su futuro. Dibujó en el aire una guitarra eléctrica y un pan con mermelada. Tiramisú de limón , entonaba un empedernido Sabina en el altavoz de una tienda de veterinario. Pasaron los años y me lo encontré ya adolescente con barros y mirada brillante. Le dije: te pareces a mí. Y se rió estrepitosamente. Usted es un viejo, y yo seré eternamente joven. Le recordé de la guitarra y el pan con mermelada. No respondió mientras me regalaba un disco. Es el que oigo en el disc play de mi auto. Pasa un hombre viejo frente a mi casa. Se parece a mi y escucha las mismas melodías.

Marmota

La marmota se arrulla con el viento y somnolienta camina entre la hojarasca. Nueces y almendras busca y cuando las encuentra se entretiene en el paso de los días. Un inspector se le acerca y le pide escrituras de los árboles de donde se alimenta. Se afana en escudriñar los papeles y encontrar la falla. La marmota levanta sus hombros y sigue su rumbo. La esperanza tiene piel de paciencia y, como los gatos, con siete vidas se mantiene.   

El diablito

"Pórtense bien, chamacos, porque si no se los lleva el coloradito; !el diablito!" La emoción de tenerlo en la tabla se sobrepone al miedo inculcado en el catecismo por el maligno, al poderoso rey del camino del mal. Mientras espero la siguiente carta me sambullo en las imágenes del infierno donde encuentro la alegría ficticia, risas desbordadas, brindis al por mayor; los más locos entre los locos de la literatura y de todo el arte, las joyas, los políticos, los banqueros, los galanes de la usura, los poderosos notarios y los picapleitos de juzgado, la señora de la vida pública, los de cuello blanco, los curas afectos a los niños, los saltimbanquis, la mujer araña a quien la convirtieron en animal por desobedecer a su madre, el ermitaño, las brujas de Salem, los románticos gambusinos, el jorobado, los duendes y los enanos, los piratas cojos, los que se revelaron al poder, los cruzados y los que los mandaron, los temerarios  que hicieron revoluciones e independencias, los que c

Lotería

De niños con  la esperanza de ganar los 10 centavos puestos al corazón; bajo la bugambilia escuchábamos el cantar de las cartas y a buscarla en la tablilla y avanzar teniendo el grito en la garganta de "lotería". Eran tardes de sol. Había un pirul, un canelón, un pino y la bugambilia. Eramos ajenos a las desdichas del mundo. Nuestra vida eran los juegos, y entre ellos el de la lotería. "Pórtate bien porque si no te lleva el coloradito: ¡El diablito!

Llama

Llama la flama. Dorada y conclusa. Prestos al canto. Uno dos en ritmo. Agua fresca en la sed. Pan al respecto del hambre. Palmada en la espalda cuando la caída. Palabras de aliento cuando cunde el desaliento. Llama de flama y de llamada. Sinónimos de lo acertado. Raya permanente de pantalón o camisa planchada. Mirada que se complementa en la mirada. Surco de siembra para fijar punto de siempre. Amore seguir manual de instrucciones para el canto. Veritas dice el que en nada cree. veremos dice el ciego para sostener la esperanza. Un poco de miel por aquí, por allá, en todas partes.

Las horas

Encadenadas e inerminables, las horas siguen su ruta, sin aspavientos. Suceden cosas como brincos, sueños, nacimientos, piedras que ruedan, despedidas. De invierno a invierno caen las hojas y se renuevan en este interminable paso de sugerencias efímeras de eternidad. Los gatos siguen maullando, la bala sigue la trayectoria dirigida, la sangre derramada se levanta de un confín a otro. Bebamos agua, comamos higos y duraznos, mientras se escuchan los cantos en la Torre de Babel. Así será nuestro paso por el mundo.  Oigo voces a lo lejos que nadie emite. Las horas cabalgan serenas, sin prisa.

Gusto

De gusto a disgusto y visceversa. La sal y el limón, el sabor agridulce de las amores que matan, la dulce remolacha del hastío, el cardo de la espina, el sabor sensible ausente del agua, la ira contenida, la rabia dominada, la fresita americana, el beso remolino, la mora de la infancia, el higo traslúcido y orfebre, la lechita con vainilla, lo salobre de la lágrima, las manos con el olor augusto a tamarindo.

Olfato

El olor es la memoria del olfato. Un olor cursi de flor. El aroma atrapado en el poema. La tinta en el libro recién salido de la imprenta. La menta de los besos soñados. Las noches húmedas de plenilunio. El olor a comino y a malanga frita. Los duraznos y las guayabas. El aromoso pelo tuyo donde anfibo y se renueva siempre la esperanza. La vuelta esperada al mundo de los sueños. Hasta la vista. Nos esperemos a la vuelta de la esquina y el magnetismo marque el ritmo del futuro anidado en el presente.

Tacto

Con los ojos cerrados la mano avanza, sin orientación precisa en búsqueda de la memoria de piel. Es la mano al aire, en el espacio de la nada. Cuántas veces acomodó espigas con espinas y flores con el espejo de agua. Sólo que sea por eso el caminar a ciegas por la superficie que lleva a ninguna parte tarareando canciones que movían a lágrima viva. Las manos, la piel toda en fiesta de vida. Mundo allí te quedas cuando venga la muerte insana a derrumbar todos los sentidos. Ni la memoria llevará la piel en el ocaso.

Ojo

A ver, fue la orden. Y el ojo se lanzó al mundo como cámara biológica para captar imágenes en technicolor y en tres dimensiones. Aparece la luz que devela y vela. En la sombra se traman los planes de la luz. El ojo anduvo por habitaciones vacías, calles de provincia y capitales, en rodaje feliz de las películas de sombras en gradaciones del gris. A ver, fue la orden. Y el ojo quería sonreír, y sólo quedó un mueca como guiño de ojo. Al saberlo la mirada se rebela, que es algo muy distinto. Los ojos no son siempre o precisamente las miradas.

Oído

Oído como cesto de basura o efervescente pozo a donde llegan restos de naufragios de otras vidas. Oído como órgano insonoro en el que tintinean las mezquindades y los lamentos de lo que pudo ser, de lo que fue, de lo que nunca sucedió. Uno sucumbe ante el parlotear de chachalacas tartufas que muestran la miseria personal y se erigen en espejos para reflejar fantasmas. Uno es todo oído de los otros. Pero cambiemos de frecuencia y que se escuche la música.

Mirar

Se oculta la luna tras la nube por varios minutos y se asoma, tímida, de nuevo. Bajo la mirada. Las noticias rotundas confirman que nada hay de relación entre el amor y las miradas a la luna. Será el tema por muchos días. Con la noticia se leerán distintas cartas y poemas donde Selene cobija romances. Es raro todo esto. Escribir sobre la nada.

Bajo

Las cuerdas del bajo, graves, siempre están a la espera del, paciente, amoroso. Sus notas retumban en el corazón,  brincan por sobre las piedras,  cruzan las nubes. Al escuchar la música todos lo sienten en lo general, nadie  en lo específico. El bajo me acompaña, me espera, paciente. Y apenas unas cuantas notas puedo obtener. Esas que identifican Fue en un café. Y en el ritmo del Rockanroll unas notas simples.

Laberinto

El fauno anda en su laberinto seguro de encontrar la salida. Con su paciencia de marmota da pasos sin darse cuenta que es en circular. Lanza palabras para dejarlas como constancia de que ese camino ya lo ha recorrido. Y sigue disperso con la seguridad de lo gris, de lo muelle.

Desacato 2

Si dicen por arriba busco la manera de ir abajo. Si dicen salta, trato de quedarme sin mover. A veces piden que calle, y entonces se me revelan  las palabras. O dicen no vayas. Y voy aunque luego venga. Es raro en mi. No es que entienda las ordenes al revés. Sino que he desconfiado del que trata de imponerme cosas. ¿Acaso seré yo mismo? A veces me dicen improvisa y entonces saco de mi ser lo que tengo escrito y lo digo de memoria. Y me dicen también prepárate, que mañana hablas tú. Y al día siguiente me pierdo en los caminos del laberinto. Algo hay en mi que se revela y desacato todo.

Discurso

Más que los libros, la mirada. Más que los poemas, caminar al lado. Más que las cartas, las palabras dichas. Más que las hojas en blanco, los árboles con su sombra. Más que las canciones, lo que se vive en las canciones. Más que el verso el beso. Más que el mullido colchón, el buen sueño reparador. He dicho.

Perdón

Palabras, perdón. Por el exabrupto, la herejía dicha de que las palabras las lleve el viento y que termine todo, que nada se escriba ni diga. Mil veces perdón. Somos palabras, barro y palabras, con lo que hemos construido las imágenes que nos mueven. La palabra es la reina y el poema, que aquí es pleonasmo. Poesía y mujer con sombrero y sonrisa. A las palabras sí la referencia, y que se siga escribiendo sobre luna, besos, perfume, flor.

Al viento

Si las palabras las lleva el viento, entonces que no se digan ni escriban, que no se expongan ni en los oídos ni en el foro; que no quede rastro de sonidos inteligibles, ordenados y lógicos, no más discursos ni cuentos. Que se lo lleve todo el viento, incluidas las onomatopeyas, la música, el polvo que representó vida, las cartas de la baraja y las cartas de amores. Al viento todo, huracanado o de brisa suave. A fin de cuentas cuando la hoja iba arrastrada sólo tomamos la fotografía y el apunte.  Eso es todo. Al viento.

Me pregunto

Me pregunto si escribir tiene sentido mientras en río seco los animales con sed buscan sombra de tanto sol. El mar es tragado de un sólo sorbo por los dioses. ¿Tendrá sentido escribir palabras que aparecen al azar como vano intento de justificar el día? Para qué escribir cuando en guerra comercian con dolor, trafican pieles, respetan con caravanas al ladrón y asesinos. Rostros adustos, señeros, rampantes, simuladores en lo sacro, afanados en el oro, avanzan firmes a costa de lanzar piedras contra lo que se mueva. Mientras el sauce llora triste son preguntas que me hago.

Se busca

Se busca alguien que sauce escriba en esta área ideas en base a propio sentimiento para comerciarlo a cambio de monedas de chocolate. Deberá de hacerlo a diario buscando impactar con la sonrisa sin el guiño. Abstenerse charlatanes del perifoneo y oradores de feria. Se busca a quien escriba con  dedos de frente y la mano apretada. Que no busque pretextos para dejar la hoja en blanco ni utilice palabras de pirotecnia. No escribir flor, perfume, ni luna o besos. Abstenerse de palabras cursi o técnicas. Se busca. Se busca.