Almodóvar

Con buena actuación de Antonio Banderas, y la siempre guapa Penélope Cruz, Pedro Almodóvar nos abre una ventana a su vida, en Dolor y gloria, película ganadora del premio Goya a la mejor. Por esa ventana vemos al director de cine de cuando niño, y cuando le enseña a a leer y a escribir a un albañil, por el que siente su primer deseo, utópico, pero erótico. Albañil que por otra parte parece artista de cine. Penélope interpreta el papel de la mamá. Ausencia del padre. No muestra detalles de su paso por el seminario donde estudió. Sí, su afición a las drogas, para calmar sus dolores de espalda y del alma. Pedro Almodóvar  nos tiene acostumbrado a sus bellas y crudas películas. En los que sus personajes se muestran mejor de lo que somos en la vida Real  egoístas, valemadristas, con complejos de todo tipo.
Almodóvar no se queda atrás. En dolor y gloria se "encuentra", para encontrarse.  Solo. Sin madre. Grandioso. Creativo. Hay una escena de viejo amor. Un hombre está entre el público en un teatro pequeño. Esta de visita en la ciudad. Escucha el monólogo del actor. Se reconoce en la obra. Y consigue el número telefónico del autor. Le llama. Fueron pareja de juventud. Se ven. Y le cuenta al director de cine que tiene familia en Argentina. Esposa e hijas. Que esta por divorciarse. Pero ya tiene nueva pareja. ¿Hombre o mujer? Mujer, la respuesta. El director de cine hace mueca. Los sesentones se despiden con un beso apasionado, con la promesa de verse.
Al final la escena, de la grabación de la escena. Buen detalle. Corten.

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