Carta al que escribía cartas

No. No dejes de hacerlo. Escribe cartas. El mundo las necesita para respirar. Hubo en tiempo que recuerdas. En el que circulaban cartas de ida y vuelta. Con promesas y crónicas familiares de lo diario. Y era la esperanza de que llegaran unas palabras y beso pintado con carmín. Vía normal, en el correo terrestre o aéreo. Y descubriste la tinta perfumada, la transcripción de un poema amoroso, la cita de alguien famoso con tema del corazón. O el dibujo de corazón con flecha. Y las cartas escritas para nadie, o las lanzadas al mar de lo indeterminable.
No. No te quejes porque los demás no escriben cartas si tú mismo no lo haces. Si cediste  igual que los otros a la modernidad. Por eso reinicia esa buena tradición. La suma de impulsos humanos. Escribe. Escribe cartas. No porque el pasado haya sido mejor. Sino porque nunca debimos abandonar esa manera de comunicarnos. Cerebro, mano y corazón, dando a conocer a ti, una declaración de cariño, de amistad o amor. Escribe. Por ti. Por mi. Por todos.

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