De los libros

Sin duda alguna, la Biblia es una referencia cuando de este tema se trata. Leído y comprendido por muchos; leído y no comprendido por otros; e ignorado por pocos, ha sido traducido a prácticamente todos los idiomas. Puede considerarse antes que nada, como un libro sagrado, pero también es un un compendio de historia y literatura.
Yo me he asomado con respeto a él, en varias de sus partes. Ahora que escribo de memoria, recuerdo el Génesis y el Apocalipsis; así como los testimonios los apóstoles; y puedo decir que me gusta la parte de El cantar de los cantares, atribuido al Rey Salomón. Y que por cierto no encaja en lo general en los temas bíblicos.
Aquí algunos datos tomados de internet: En total se numeran en el Antiguo Testamento 39 libros en la versión protestante, 46 libros en la versión de la Iglesia católica y 51 libros en la de la Iglesia ortodoxa.
En cambio el Nuevo Testamento comprende un total de 27 libros, los cuales fueron escritos posteriormente a la muerte de Jesús. Estos son relatos o evangelios de la vida y obra de Cristo y algunas cartas de predicciones como el Apocalipsis escrito por San Juan.
Y también existen los evangelios apócrifos, textos descubiertos posteriormente, que tienen el mismo estilo de los otros, pero que no son aceptados como canónicos. De estos, hay una edición publicada en la biblioteca Jorge Luis Borges, con un excelente prólogo de ese perfecto escritor.
Me gusta el estilo de sus escritos en las versiones que han llegado a nosotros.

Por supuesto que llegué, y más de niño a la iglesia católica, y ya he referido que en la de San Antonio, de mi colonia. Incluso hasta fungí como monaguillo, con mi vestimenta de colores blanco y rojo. Me bautizaron, hice mi primera comunión, y confirmación. Mi madre no era muy allegada a la organización de la Iglesia. Pero sí era asidua, sin pregonarlo, y sin criticar a las personas que llegaban.
Yo transité otros senderos en la lectura. Que se me hacía y hace extraño, que tantos otros libros sean desestimados por algunos fanáticos religiosos.
Había algunas personas que me decían: no leas de otros libros, el único y verdadero es la Biblia. Por supuesto que yo tomaba esa afirmación de quien venía.
Mi padre era menos allegado. Muy ocasionalmente lo vi llegar a la iglesia. Pero sin que sea el hecho de haber sido mi padre, era un hombre honrado y trabajador, que no le hacía daño a nadie.
Conozco a personas muy allegadas a algún tipo de iglesia, que su vida es muy distinta al comportamiento que debiera ser. Y otros que sin ser creyentes se comportan con alta calidad humana.
Ya he referido que mi tío Nacho le dijo a mi padre cuando pasamos frente a él camino de la escuela primaria por primera vez: "Para qué lo llevas a la escuela, Juan; allí aprenden puras cosas del diablo". Y que mi padre no le hizo caso.
Cuando voy a cualquier parte, pueblo pequeño o ciudad, me gusta entrar a las iglesias. Miro allí mucha obra de arte, mucha dedicación, y mucho trabajo acumulado. La paciencia con el que se ha ido construyendo. El tipo de material, la madera trabajada, las esculturas de personajes con rostro apacible o de imploración. Miro con enorme respeto a personas que al orar expresan una gran fe. Imagino a los albañiles, peones e ingenieros que realizaron un trabajo en varias generaciones.
Cuando llegué a Jalpa como maestro en 1979, sin dinero para mi pasaje ni para comer, acudí a la iglesia para comentarle al párroco, que era en 1979 el Padre José, y platiqué en la tarde noche buen rato con él, me dio cena y hospedaje, y dinero para mi transporte a la comunidad.
Y antes, cuando estábamos en la escuela Normal, acudíamos a pedir apoyo a Don Sabas Magaña, en ese tiempo obispo de la diócesis de Matamoros. Y gracias a ese apoyo pude asistir a la excursión que mi grupo hizo desde matamoros a Cancún.
Cuando tuve problemas de estrés grave, el médico a quien admiro, que vive por acá, cerca de donde vivo, luego del interrogatorio, y al darse cuenta que yo no llegaba a la iglesia, me preguntó ¿Por qué crees que muchas personas llegan a las iglesias o templos? A mi respuesta de no sé, él respondió: para sentirse aliviados al concentrarse y orar; sienten que descargan el peso de sus preocupaciones, y salen como más livianos. Eso es por su fe. Así que tienen menos problemas de estrés. Entonces me sugirió el médico que cuando me sintiera con ansiedad leyera mis libros de poesía. Y entre los de Jaime Sabines y Octavio Paz, leía también El Cantar de los cantares.
Lo cierto es que me gusta acercarme a la biblia. Y leer algunas partes. Con la emoción con la que uno siente al acercarse a la belleza, a la tradición, a la inteligencia, a lo sagrado, al verbo que ha trascendido para el bien de muchas personas en el mundo entero.




Comentarios

Entradas populares de este blog

lecturas 20. Poemas de Carlos Pellicer Cámara

Rigo Tovar y Chico Ché

Max in memoriam