Siempre entusiasta

Me gusta platicar con Carlos Guillén, el ingeniero. Siempre muy ameno, siempre propositivo. Uno de sus temas es la naturaleza, y en este, el cambio climático, la sustentabilidad, la contaminación y la depredación de las riquezas naturales, entre otros temas relacionados.
Ayer lo volví a ver. Y sentados juntos, en un área grande con sillas negras,  mientras yo espero un documento de trámite, volvimos al asunto. Se deshielan los polos, los ríos se van secando, los manatíes y peces mueren por la inmundicia y metales que llegan a los mantos acuíferos.
Está elaborando proyectos. Lo conocí en el IV Comité regional Conalmex Unesco en el 2014. Y siempre platicamos largo y tendido sobre este tema necesario de difundirlo en todos los foros, incluyendo en las escuelas. Y luego en otra área de trabajo coincidimos, la Subse. La pregunta que nos hacemos es ¿cómo hacer llegar esos temas sobre el cambio climático a quienes no están interesados? Todo un reto.
Dice que me lee lo que publico aquí en face. Y cuando digo "mi hipotético lector", en él se materializa uno. Y me motiva. Pero él va más allá, intentando escudriñar sobre la costura de mis textos, el cómo se tejen, cómo se unen los hilos. Con todo respeto, le antecede al  "a veces me parece que usted los copia". Y nos reímos. Una, porque hay aprecio. Y otra, porque hay confianza. Yo callo mucho, aún teniendo confianza. Mas me agrada su entusiasmo por esos temas super importantes. La naturaleza. El cambio climático. ¡Exacto!, responde él a algunos planteamientos que hago.
En confianza escribo, y le digo desde aquí, que lo veo como un Quijote, que enfrenta los molinos de viento de la indiferencia. Enfrenta lo que hemos llamado como ceguera moral en la sociedad (Zygmunt. Bauman), esa discapacidad que mueve la cara hacia otro lado del problema. Claro que hay desconocimiento general del tema. Pero lo peor es que muchos que conocen del tema no hacen absolutamente nada. Y mucho más grave que esto se dé en muchas escuelas o dentro de las dependencias educativas.
Hace como diez días nos encontramos cerca de allí mismo. Él, creo, que fumaba un cigarro. Y reiniciamos la plática. Le decía yo sobre el trabajar en la conciencia, apelar a la razón. Y que acotemos el problema general y muy amplio, sobre la situación concreta en uno mismo, en nuestra casa, en nuestro barrio, o en nuestro trabajo, y actuar allí, aquí, a nuestro alrededor. ¡Exacto!, concluye él.

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