Si me miras

La calle es ancha. Y hay muchos callejones. Pueblos. Ciudades. La geografía es tan grande a semejanza de nuestro pensamiento. Por eso, si me miras, será una coincidencia. Y es cierto. Hay libertad en los sueños. En el lanzar el pensamiento lejos de uno, donde hay pistas. Es cierto, hay gato encerrado en los secretos de la casualidad. Y sucede que Dios lanza al aire los dados de nuestro destino. Por cierto, un Dios que no existe, pero hay razonables dudas ante tanto misterio. Puede ser que en una esquina o un supermercado pasamos por el mismo punto, pero en distinto tiempo, sea en la nuestra u otras generaciones. Por eso, si me miras. Somos otros. Y un saludo, un buenos días, un hola. No es señal de nada. Tampoco una sonrisa. O si coincidimos en un café. Por ejemplo: guardo los discos de vinilo. Los libros que subrayé. Las monedas antiguas. El saco oliva y la navaja de papá. La armónica del abuelo. El escapulario de mamá. Y aunque quedan guardados en un viejo ropero de llave grande. Los llevo conmigo por donde ando. A eso me refiero. Si me miras. No es a mí. Es al viejo madero de mi casa. Es el eslabón de lo que fuimos, somos. Entiendo te cambies de banqueta al saber todo esto. El cementerio primero, luego el polvo es el destino.  

Comentarios

Entradas populares de este blog

lecturas 20. Poemas de Carlos Pellicer Cámara

Rigo Tovar y Chico Ché

Max in memoriam