Lo simple no es tan simple

Lo simple no es tan simple (o la belleza de lo simple). Y a veces es muy necesario. Otras, imprescindible. Por ejemplo, el agua. Y específicamente cuando es simple. Sea de pozo. De llave. Hervida. O corriente río abajo. Caundo niños algunos la tomábamos directa de llave. Le llaman agua potable, pero no lo es. Aprendí en cambio que la de Estados Unidos sí lo es. Así que cuando me llevaba mi madre a Brownsville, Tx, yo me entretenía y entretenía el hambre, pegado a llaves, aunque eran precisamente bebederos, y el agua era fría en tiempo de calor, y tibia en tiempo de invierno.
El valor de lo simple, de lo sencillo.
Cuando yo estaba en secundaria, había talleres efectivos. Por cuestiones que parecían naturales, ahora sabemos que no lo son, los hombres teníamos opción a carpintería y mecánica. Las mujeres a cocina y corte y confección. Y siempre había uno o dos hombres que se inscribían en estos últimos, y mujeres que preferían las tablas y los clavos, y la herramienta de los otros talleres. Ni malicia, ni bulling. Era algo natural.
El caso es que yo escogí carpintería. Y aprendí algo, lo básico. Hicimos cajón para bolear, toalleros, percheros, sillas, mesas. Aprendimos a manejar serruchos, martillo, clavos (algunos golpes de dedo nos llevamos, nuestros padres se reían, no iban a una oficina de Derechos humanos, ni había), lija, barnices, etc. Sí, había maquinaria eléctrica. Por eso las primeras clases eran sobre responsabilidad y orden en el uso de las herramientas, y los peligros de su mal uso, o jugar con ellas. El maestro estaba muy pendiente de nosotros.
Hace días pasé, en mi poblado, por un local donde venden malteadas, de esas como de hierba Life, pero parece cafetería. Vi allí sus muebles de madera rústicos, y con poco trabajo de lija. Bellos muebles hechos de madera de pino, ahora conocida como de tarimas. Y luego he visto en internet la maravilla que, muchas personas, carpinteros o aficionados, ahora que en Youtube vienen tutoriales de casi todo, han hecho con dichas tarimas. Han transformado lo simple en maravilla, lo sencillo en belleza. Además, por supuesto la utilidad que proporcionan.
La dueña me explicó orgullosa que su esposo (ambos jóvenes) fue el que los hizo. Yo le había manifestado lo bello de los muebles.
Yo había comprado cinco tarimas. Y tengo muchos libros (lo digo sin pretensión) en montón, sin espacio. Ayer domingo hice una combinación perfecta entre tarimas y los libros. Solo recargadas dichas tarimas en la pared. Binomio perfecto.
Volviendo al tema del agua simple. Hay que tomarla. Ayuda mucho a la salud. Dos litros, mínimo al día. Y si no toma refresco embotellado, poca tortilla, poco pan, de seguro baja de peso.
Y volviendo a los talleres de escuela. El tiempo ha cambiado mucho las costumbres y las percepciones. Pero son necesarios para la formación de los alumnos. Siempre y cuando haya organización, responsabilidad, y se fomente la imaginación y creatividad para resolver problemas de la vida diaria.
Lo decía en función del taller de carpintería que me dió elementos básicos para el manejo de la madera. Y que ahora con esos tutoriales, se emociona uno haciendo cosas.
Mi plan es hacer algunos muebles con esa madera. A ver que tal salen. Luego les cuento.

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