He estado cerca de la muerte

No le temo. Pero he estado cerca de la muerte. Y a otra cosa, mariposa. Tantas veces lo he estado. Aquí relato dos.
En Durango, Durango, hace seis años, fui a una mesa redonda sobre lectura. La sede fue el edificio de la sección del SNTE. Tuve mi participación y escuché las otras. Y ya estábamos en las preguntas y respuestas cuando sentí urgencia de orinar. Esa punzada de pena de tener que levantarte. Y preguntar. Y espera la broma de siempre de"al fondo a la derecha". Porque en efecto coincide la posición de los baños en esa indicación. El caso es que aguanté hasta donde no más. Y a riesgo de la vergüenza de orinar en el lugar, me levanté como autómata. Seguí un pasillo. Y pregunté. Y la indicación que me dieron fue: salga del edificio, a un callejón, y de allí, en el edificio de enfrente. Seguí las indicaciones con la urgencia imaginada. Y justo en el momento de caminar ya en el angosto callejón, al aire libre, cayó junto a mi paso, lo sentí en el hombro, un mazo, a una velocidad propia de su peso y de la gravedad. Levanté la mirada, como para recriminar a las alturas. Y sí en el techo de un edificio de cinco pisos, o cuatro, unos albañiles estaban entre sorprendidos y preocupados de causar una desgracia. Me dije: si salgo veinte segundos antes, o veinte después, no hubiera sucedido ese susto. Pero pasé en el momento justo. Fue como un rayo. Sentí la sensación del aire del mazo al caer vertiginoso.
Y hace cuarenta y cuatro. Íbamos en rait un grupo de muchachos. De Matamoros al Distrito Federal. Salimos del pueblo en tren a Monterrey. De allí en rait a San Luis Potosí. Paró un camión, de los llamados torton,  cargado de naranjas. Muy sabrosas por cierto. Casi todos íbamos arriba, con permiso del buen hombre, para comer algunas. Yo era de los de arriba. Alegres, sintiendo el aire en el rostro. Cuando veo que viene una curva. Y de allá acá, rebasando, un camión de pasajeros. A la velocidad propia de los rebases. Era inminente el choque. No cerré los ojos. Y me despedí de todos en los pocos segundos que quedaba. Morir, y joven. Cuando los dos choferes accionaron el freno de sus vehículos. De tal magnitud que casi se quemaban los neumáticos. Salió humo, mucho humo. Y quedaron los dos vehículos frente a frente. Con una distancia de unos diez centímetros.

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