El invierno no recorre el trópico
Decir invierno, es decir infierno de temperatura a la baja. En el centro del país, en la frontera norte, los inviernos son verdaderos con temperaturas mínimo de 10 grados centígrados y menos. Hasta llegar y rebasar los 0 grados centígrados, punto de congelación del agua.
De niños en invierno salíamos en Matamoros, en la colonia Treviño Zapata, a recorrer calles y callejones, mal abrigados nosotros, y a veces descalzos, y nuestros pies se ponían entre rojo y morado. El agua estaba muy fría. Y a veces hasta congelada. Nosotros en el juego aguantábamos todo eso. Cuando ocasionalmente en febrero y más en marzo salía tímidamente el sol, buscábamos su abrazo en una pared que nos cubriera del viento helado del norte.
Me tocó en el 81 u 82 una de las heladas más temibles. Llegó la temperatura a menos 8 grados. En ese tiempo no se hablaba de sensación térmica, pero de seguro era de menos 20. El caso es que no salíamos. Y teníamos sobrepuestas dos o tres chamarras, boina y guantes, dentro de la casa. O acostados, cubiertos con tres o cuatro cobijas. Y para vernos, nos tenían que gritar y nosotros sacábamos la cara.
Adentro de la casa, una vasija con carbón, donde al levantarnos nos sentábamos a su derredor, poniendo tortillas para que se doraran, y platicar interminables historias, reales o inventadas, haciendo gala de la palabra.
A Cuernavaca, por ejemplo, se le llama de la eterna primavera. Por algo ha de ser. Y acá en Tabasco no se conoce el invierno como tal. Sería Tabasco como el de el eterno verano. Un tiempo de lluvias de varios días. A veces como cita de la lluvia a las 6 de la tarde, por lo que los partidos de beisbol profesional con los Olmecas de Tabasco, que tradicionalmente son a las 7, se trasladan a los mediodías.
Sol y lluvia son referencias obligadas de Tabasco, en relación al clima. Lo siempre verde, por sus bosques y laderas con pasto para el ganado. Y el pejelagarto y el frijol con puerco y los platanitos asados o fritos, como referencia de la comida. El buen humor, la hospitalidad, los gritos y algo de las "malas" palabras, como referencia de las relaciones humanas. El coño, hijo e puta, la que te reparió; o llamar a alguien con el nombre de la mamá, es común escuchar. Y no hay pleitos.
Yo les decía en mi llegada a los amigos tabasqueños: una mentada en el norte, es pleito seguro, si se tiene pistola, suenan los balazos.
Y volviendo al invierno. En Tabasco no se presenta, por lo que todos acá sacamos nuestra ropa de invierno, que sí tenemos, con cualquier pretexto, sea de lluvia, o de los 15 grados centígrados, porque si no la sacamos con esa temperatura, entonces ya no la sacaremos otro año más.
Imitando a José Carlos Becerra, uno de nuestros grandes poetas, puedo decir que el invierno no recorre el trópico.
De niños en invierno salíamos en Matamoros, en la colonia Treviño Zapata, a recorrer calles y callejones, mal abrigados nosotros, y a veces descalzos, y nuestros pies se ponían entre rojo y morado. El agua estaba muy fría. Y a veces hasta congelada. Nosotros en el juego aguantábamos todo eso. Cuando ocasionalmente en febrero y más en marzo salía tímidamente el sol, buscábamos su abrazo en una pared que nos cubriera del viento helado del norte.
Me tocó en el 81 u 82 una de las heladas más temibles. Llegó la temperatura a menos 8 grados. En ese tiempo no se hablaba de sensación térmica, pero de seguro era de menos 20. El caso es que no salíamos. Y teníamos sobrepuestas dos o tres chamarras, boina y guantes, dentro de la casa. O acostados, cubiertos con tres o cuatro cobijas. Y para vernos, nos tenían que gritar y nosotros sacábamos la cara.
Adentro de la casa, una vasija con carbón, donde al levantarnos nos sentábamos a su derredor, poniendo tortillas para que se doraran, y platicar interminables historias, reales o inventadas, haciendo gala de la palabra.
A Cuernavaca, por ejemplo, se le llama de la eterna primavera. Por algo ha de ser. Y acá en Tabasco no se conoce el invierno como tal. Sería Tabasco como el de el eterno verano. Un tiempo de lluvias de varios días. A veces como cita de la lluvia a las 6 de la tarde, por lo que los partidos de beisbol profesional con los Olmecas de Tabasco, que tradicionalmente son a las 7, se trasladan a los mediodías.
Sol y lluvia son referencias obligadas de Tabasco, en relación al clima. Lo siempre verde, por sus bosques y laderas con pasto para el ganado. Y el pejelagarto y el frijol con puerco y los platanitos asados o fritos, como referencia de la comida. El buen humor, la hospitalidad, los gritos y algo de las "malas" palabras, como referencia de las relaciones humanas. El coño, hijo e puta, la que te reparió; o llamar a alguien con el nombre de la mamá, es común escuchar. Y no hay pleitos.
Yo les decía en mi llegada a los amigos tabasqueños: una mentada en el norte, es pleito seguro, si se tiene pistola, suenan los balazos.
Y volviendo al invierno. En Tabasco no se presenta, por lo que todos acá sacamos nuestra ropa de invierno, que sí tenemos, con cualquier pretexto, sea de lluvia, o de los 15 grados centígrados, porque si no la sacamos con esa temperatura, entonces ya no la sacaremos otro año más.
Imitando a José Carlos Becerra, uno de nuestros grandes poetas, puedo decir que el invierno no recorre el trópico.
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